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Nos complace compartir la obra teatral Algodón de azúcar para un ocaso insípido, de la dramaturga, directora y actriz colombiana Diana Chery-Ramírez. La pieza, originalmente desarrollada en un taller de dramaturgia (leer la nota de la autora en su texto) y producida por Teatro Círculo en una etapa inicial, es producto de un largo proceso de escritura y revisión (2012-2022).  El texto a continuación es prueba del privilegio de un trabajo intenso de exploración, tanto en la escritura como en la experimentación con actores y público, hasta llegar a la versión que nos regala su autora. Esta obra es la reafirmación en el pensamiento, quizás mantra, que la autora practica como modelo de trabajo: “Imaginar. crear. borrar. escribir. reflexionar. empezar...” (Haga click aquí para visitar el sitio web de Diana Chery-Ramírez).

 

Algodón de azúcar para un ocaso insípido cuenta la historia de tres personas: padre, madre e hijo, que se encuentran por primera vez en treinta años, luego de haber vivido historias bifurcadas. Con mucha destreza, giros rápidos, drama y sentido del humor, la autora hila un diálogo donde obtenemos pistas sobre los treinta años de ausencia, desconocimiento del otro y cabos sueltos que acechan silenciosamente a estos personajes.  Poco a poco, vamos conociendo las dudas, certezas, curiosidades, resentimientos y modos en los que la vida ayuda (o no), a superar la condición presente de los personajes. La autora enfatiza en su historia la continuidad de la vida, pasando por temas de identidad, conformidad, narrativa alternativa sobre lo desconocido y la contemplación de lo que podría ser una oportunidad de cambio y reparación.

 

¿Qué hace que tres personas distanciadas accedan a una “cita a ciegas”?  ¿Cómo asumir a consciencia treinta años de alejamiento? ¿Qué sentidos y recuerdos nos ayudan a llenar un vacío que no ha sido abordado con honestidad y responsabilidad por los otros? Las/os invito a disfrutar de Algodón de azúcar para un ocaso insípido.  Gracias, Diana, por confiarnos tu pieza.

 

Eva Cristina Vásquez

 

Algodón de azúcar para un ocaso insípido

Diana Chery-Ramírez ©[1]

New York 2012- 2022

©1]  Esta obra está protegida por la ley internacional de derechos de autor. Para su lectura pública, montaje total o parcial, o cualquier otro tipo de divulgación y/o uso se requiere el permiso de la autora por escrito, so pena de los cargos que impone la ley.

​Nota de la autora:

La siguiente pieza surgió de una escena escrita en el taller de dramaturgia dirigido por Ricardo Halac. Mi eterno agradecimiento a Ricardo por su inmensurable generosidad y sólida compañía durante aquella primera fase de escritura. Un largo abrazo de aprecio a Teresita Galimany del CELCIT por su siempre bienvenida intuición, y a los compañeros de Acullá, por los consabidos favores recibidos.

Gracias especiales a los siguientes actores que fundamentalmente influyeron en el proceso final de esta obra:  Beatriz Córdoba; Pedro Serka; Christian Hartwig.

Personajes: 

Agustín y Alicia: ambos adultos entre los 45 y 55 años de edad.

 

Hijo: alrededor de los 30.

 

Lugar: un parque de la ciudad.

Acto único

En un parque de la ciudad, sentado sobre un banco, Agustín mira al frente sin moverse. Apenas se percibe su respiración. Sostiene en sus manos un sobre blanco, juguetea con el sobre casi imperceptiblemente. En el otro extremo del mismo banco, Alicia, sentada de espaldas, con la cabeza agachada, se le escucha sollozar.  Después de un momento:

AGUSTÍN ¡Ya! Alicia, por amor a Dios... ¡Para ya! (Silencio). Levanta la cabeza, mujer, no sea que venga caminando por ese lado. (Silencio). Haz un esfuerzo, nena.

ALICIA (Sin mirar a Agustín). ¡No me digas así!

AGUSTÍN Perdón. Alicia, para de llorar. Te lo ruego. 

ALICIA (Se incorpora poco a poco pero sigue sentada de espaldas. Le habla a Agustín aún sin mirarlo). Has engordado Agustín.

AGUSTÍN Lo sé. Todo me pesa el doble ahora. 

ALICIA Yo también engordé.

AGUSTÍN No me parece. Estás.... (Alicia lo mira). Te ves muy elegante.

ALICIA Tienes canas, Agustín. 

AGUSTÍN También lo sé. ¡Se nos destiñen hasta los dientes!

ALICIA Yo tenía los ojos verdes, ¿te acuerdas?

AGUSTÍN Los tienes todavía, verde esmeralda, mi Alicia adorada. (Alicia llora). Perdón.

ALICIA ¡No puedo más! Dile que no me viste, que seguramente la carta no me llegó. 

AGUSTÍN Siéntate.

ALICIA Dile que no sabes nada de mí, pero si te pregunta, dile que era linda, Agustín ¡por favor! Dile que era... ¡tan jovencita, tan alegre! que me reía bastante y que tomaba clases de pintura contigo. No le digas que pintaba mal, sólo cuéntale eso.

AGUSTÍN Siéntate.

ALICIA No puedo. Quédate tú, abrázalo fuerte, por los dos. Me tiemblan las piernas. Estoy arrugada, gorda, se va a desilusionar. Quédate tú.

AGUSTÍN No me puedes dejar solo otra vez, Alicia. 

ALICIA ¿No me has perdonado? Claro. Yo tampoco a ti. 

AGUSTÍN ¿A mí? ¿Y cuál fue mi falta?

ALICIA No te han servido los años para nada. 

AGUSTÍN Para muchas cosas.  

ALICIA Me voy.

AGUSTÍN A él y a mí nos vas a abandonar dos veces.

ALICIA ¡Era una niña! Éramos... inmaduros, cobardes.

AGUSTÍN Espero haber cambiado, con los años.

ALICIA ¿Me odias? Claro. Yo también te he detestado todos estos años.

AGUSTÍN Estás nerviosa, estamos… Límpiate la cara. Se te corrió la pestañina.  

ALICIA ¿Tienes un pañuelo? (Agustín saca un pañuelo perfectamente doblado, le hace un gesto a Alicia pidiéndole aprobación para acercarse. Ella no se mueve. Él le pasa el pañuelo sin acercarse demasiado).  ¿No tenías otra colonia mejor? 

AGUSTÍN He usado la misma toda la vida.

ALICIA Por eso mismo.

AGUSTÍN Tú me las regalabas. Se las robabas a tu papá.

ALICIA No se tiene buen gusto a los quince años.

AGUSTÍN No has cambiado un ápice, Alicia; los ojos igual de verdes. 

ALICIA Espero quince minutos más, si no llega, me voy.

AGUSTÍN ¡¡Quince minutos!! Han pasado más de treinta años. Sé por lo menos justa con el tiempo.

ALICIA Tengo cosas que hacer. Yo trabajo, ¿sabes? Soy profesora para que te enteres. Profesora de niños, además. Para que veas que sí cambié.

AGUSTÍN Te felicito. Pero hoy es domingo, no hay escuelas.

ALICIA Tengo que preparar las clases de mañana.

AGUSTÍN Yo no me muevo, hasta que llegue.

ALICIA Quince minutos me quedo.

AGUSTÍN ¿Para qué viniste entonces?

ALICIA No sé, no sé para qué vine. No sabía si tú ibas a venir... ¿Y si llegaba y no encontraba a nadie?... ni a ti ni a mí ¡huérfano dos veces!   

AGUSTÍN Si era eso no más, entonces no te preocupes. Yo me encargo.

ALICIA ¿De qué vas a encargarte? Tú no podrías reconocerlo. Sólo las mamás sabemos esas cosas. 

AGUSTÍN Él es quien va a encontrarnos. Lo dice en la carta.

ALICIA ¡Si a eso le llamas carta! Escrita en el computador, unas frases simples y cortas, separadas con puntos. Sólo la hora, la fecha, el lugar.... esa firma... tan impersonal... Parecía un certificado de defunción.

AGUSTÍN ¿Y qué esperabas?  

ALICIA No esperaba nada. Ese es el problema. No esperaba absolutamente nada.

AGUSTÍN Disculpa. (Silencio). Le dejaron el nombre que queríamos.

ALICIA Que quisiste tú. Yo quería Juan Carlos, como mi papá.

AGUSTÍN Pues lleva el nombre de su papá. Agustín.

ALICIA Ojalá no haya heredado tu barriga.

AGUSTÍN Con que haya sacado tu risa, ¿qué importa la barriga?

ALICIA ¿Tendrá algo de nosotros? ¿Una sola cosa que pueda reconocer cuando nos vea?

(Silencio).

AGUSTÍN ¿Tuviste más hijos? ¿Te casaste? 

ALICIA Dos. Y sí, estuve casada. ¿Tú?

AGUSTÍN Ninguna de las dos, todavía.

ALICIA Hiciste bien.

AGUSTÍN No creo. 

ALICIA Créeme.

 (Silencio).

AGUSTÍN ¿Qué le decimos cuando llegue?

ALICIA A lo que vinimos.

AGUSTÍN ¿Y a qué vinimos? (Se miran). ¿No será que nos quiere decir algo?

ALICIA Yo no quiero escuchar nada.

AGUSTÍN ¿Por qué no? A lo mejor se va a casar, o va a ser papá y quiere que hagamos parte de su vida. Ahora que es adulto, que somos adultos, los tres. Es tarde, pero no demasiado tarde.

ALICIA ¡Qué ingenuo eres, Agustín! Yo sé exactamente lo que nos va a decir. ¿Te lo adelanto para que te sorprenda menos? ¡Nos odia! Nos maldice, lo que hicimos es imperdonable. El esfuerzo que debimos hacer es mínimo comparado con toda una vida de incertidumbres, sin saber dónde está una parte de ti, vivir con la mitad de tu pasado encerrado en la oscuridad del dolor. Es como haber regalado una mano y no saber si la están usando para escribir poemas o para limpiar mierda. 

AGUSTÍN ¿Es eso lo que nos va a decir?

ALICIA Nos va a decir que por treinta años no dejó de preguntarse ni un solo día cómo fue que su mamá lo regaló como quien regala un muñeco feo y su papá cerró los ojos para no ver. 

AGUSTÍN ¡Esa es tu versión de lo que pasó!

ALICIA ¿Y cuál es tu “versión”?

AGUSTÍN Ha pasado mucho tiempo.

ALICIA ¿¡Y!? ¿El tiempo te borró la memoria? O ¿te cambió la versión de la realidad por una más amable? ¡Claro que ha pasado mucho tiempo! ¿Qué clase de respuesta es esa, Agustín?

AGUSTÍN Es la respuesta que puedo darte. Sólo sé que han pasado años y años... y yo he ido esperando... algo. Después de lo que nos pasó... me pareció que... que podíamos esperar otra oportunidad... no sé, Alicia, no sé si me entiendes... yo me quedé... esperando. 

ALICIA Me voy. No puedo quedarme aquí. 

AGUSTÍN Ya estás aquí. Viniste. Si yo pude olvidar, tú puedes quedarte... Por unos años, simplemente.... me olvidé.

ALICIA ¡Qué suerte tienes!

AGUSTÍN No sé... cuando regresaron los recuerdos fue peor. (Se distrae). ¿Qué te gustaría que fuera, Alicia? ¿Abogado? ¿Médico? ¿Ingeniero? ...

ALICIA Los abogados son mentirosos. Los médicos prepotentes.  Los ingenieros... aburridísimos.

AGUSTÍN Pero no le das ninguna opción al pobre. A mí me parece que las carreras en humanidades tienen futuro.

ALICIA Un futuro triste dirás. 

AGUSTÍN No te gustaría que fuera artista... ¿músico?  

ALICIA Imagínate... ¡no vendría mal un artista en la familia!... ¡un pianista!

AGUSTÍN Si no es muy excéntrico está bien, ¿no?

ALICIA Con tal que no sea actor.

AGUSTÍN No, actor no. Son inestables económicamente, sobre todo inestables emocionalmente.

ALICIA Eso somos todos. Pero los actores son egoístas, engreídos y al final no son muy inteligentes.

AGUSTÍN Nunca te gustó el teatro.

ALICIA Tú estabas en el grupo de teatro del colegio.

AGUSTÍN Y tú en el coro.

ALICIA ¿Será cantante?

AGUSTÍN Ya lo sabremos. 

ALICIA ¿Será que está en problemas?

AGUSTÍN Puede ser. Pero sea lo que sea...

ALICIA “Sea lo que sea”, no. No sé, Agustín, ¿qué tal necesite dinero?... Si es mucho, yo no puedo.

AGUSTÍN Saco un préstamo. El dinero es lo de menos. Ojalá no sea algo más grave...

ALICIA ¿Que esté enfermo? Ni lo pienses.

AGUSTÍN No, no estoy pensando en eso. ¿Y si está en algún problema legal…?

ALICIA Uno de mis hijos estudia derecho. El otro está en la facultad de medicina. Les va a ir bien, dice el papá. Nunca me llaman, pero no me van a negar un favor... si es algo sin mucha importancia... No creo que sea nada grave... ¿O será un…?

AGUSTÍN ¡No es un criminal, Alicia! Siempre pensando lo peor.

ALICIA Pues es mejor que estemos preparados para lo peor.

AGUSTÍN Yo estoy preparado. 

ALICIA Uno nunca está preparado para los hijos, Agustín.

AGUSTÍN Pero Alicia, aunque fuera... no sé... ladrón de bancos… 

ALICIA ¿Vamos a apoyar a un ladrón de bancos?

AGUSTÍN Estoy poniéndote el peor escenario. Supongamos que se ha robado algo, que le robó al jefe, por necesidad, claro. Alguien lo delató... y....

ALICIA Lo metieron a la cárcel por algún tiempo, y en cautiverio fue donde decidió que quería conocernos.

AGUSTÍN (Adoptando una postura como de héroe de películas, asume el rol del hijo en la cárcel). Padres míos, he cometido errores, pero he crecido, la vida me ha enseñado a madurar.

ALICIA (Reacciona al juego de Agustín, habla como salida de una telenovela antigua). Lo sabemos pequeño. Tu papá y yo estamos contigo.

AGUSTÍN He soñado tanto con este momento. Quiero que se sientan orgullosos de mí, quiero hacerlos felices.

ALICIA Ya lo somos, ahora que por fin te conocemos.

AGUSTÍN (Entre dientes). Ahora pídeme perdón.

ALICIA ¿Por qué yo primero?

AGUSTÍN Pide perdón por mí entonces.

ALICIA Pero si el ladrón es él, él debería pedirnos perdón primero.

AGUSTÍN Pero tenemos que darle un buen ejemplo para que empiece su nueva vida.

ALICIA (Retomando el personaje). Sea lo que sea que hayas hecho, hijo, estamos aquí para escucharte.

AGUSTÍN (Entre dientes). Y para apoyarte. Recuerda que fue por pura necesidad.

ALICIA No sé... es que robar es.... o si ha maltratado a alguien... yo no estoy... ¡mejor ni pensarlo!

AGUSTÍN No te preocupes. Nuestro Agustín es un hombre ejemplar, honesto.

ALICIA Y talentoso.

AGUSTÍN Y exitoso.

ALICIA ¿Será feliz?

(Silencio).

AGUSTÍN ¡Hacía años que no salía a un parque! 

ALICIA Yo tampoco. Menos un domingo ¡Tanta gente y ruido! De pronto nos está viendo desde otro banco y tú y yo como imbéciles esperándolo. Nos está observando, estudiando.  

AGUSTÍN No creo. Nos daríamos cuenta.

ALICIA Podría ser cualquiera. Puede ser el lustrador de zapatos, ese de cara triste, y manos pequeñas. O aquel, ¿lo ves? el ejecutivo que come sin mirar al plato. Con la mirada vaga, perdida y las entradas en la frente.

AGUSTÍN Eso no tendría sentido. ¿Para qué citarnos si no quiere hablar? No. No puede ser. (Pausa). Pero sí es bastante desconsiderado hacernos esperar de esta forma. 

ALICIA Es una buena venganza, por lo menos es inteligente. 

AGUSTÍN No es necesario ser inteligente para preparar una venganza. Yo creo que se necesita... tener mucho tiempo libre, ser un hombre solitario y opaco. Como ese que viene a tu derecha. No mires todavía. Ya puedes mirar. El de azul que camina sin afán con la mirada clavada en el suelo.   

ALICIA (En susurros). ¿Y si ese fuera nuestro hijo? 

AGUSTÍN Imposible. Se ve más viejo que nosotros, cansado.... triste... No.

(Ven pasar al hombre que se aleja).

ALICIA Ese era nuestro miedo, ¿te acuerdas? que no supiéramos cómo hacerlo feliz. A lo mejor es así. Se nace contento o no. Sin remedio. 

(Silencio).

AGUSTÍN ¿Quieres dar una vuelta? ¿Caminamos un poco? 

ALICIA ¿Y si nos cruzamos por el camino como extraños?  Mejor nos quedamos quietos. Le será más fácil encontrarnos.

AGUSTÍN Pero este banco está un poco escondido, ¿no crees? De pronto no se ha dado cuenta que ya estamos aquí. Tenemos que hacernos visibles. ¿Trajiste la carta? Sácala del bolso, para que vea los sobres. Así le damos una pista.

(Alicia abre el bolso, saca un sobre blanco igual al de Agustín. Antes de cerrar el bolso saca un espejo también, se mira rápidamente, se pone labial, vuelve a poner todo dentro).

AGUSTÍN ¿Todavía usas el espejito para espiar el mundo a tus espaldas? (Alicia no responde). ¿Y? ¿se acerca alguien?

ALICIA Nadie. 

(Un largo silencio de ausencia).

ALICIA Y tú, ¿qué haces? 

AGUSTÍN Profesor, como tú. 

ALICIA ¡Ah! ¡Otro profesor! 

(Pausa).

AGUSTÍN Agustín enseña en una universidad.

ALICIA Sí, ya te escuché. 

AGUSTÍN Agustín enseña música

ALICIA ¿Agustín? ¿Nuestro niño Agustín?

AGUSTÍN Sí.

ALICIA ¿Cómo sabes? ¿Por qué? ¿Por qué dices eso? ¿Estás jugando? ¡Qué cruel te volviste! Hacerme venir…

AGUSTÍN (La interrumpe). ¡No sería capaz de jugar con esto, Alicia! No lo conozco todavía. Estoy tan ciego como tú. Él fue quien me buscó esta vez.

ALICIA ¿Qué dices Agustín?

AGUSTÍN (Se toma un momento antes de hablar, busca cómo empezar).  Hace años, vi un muchacho en la calle, caminaba junto a un hombre mayor que él,  sin saber por qué empecé a caminar detrás de ellos, hablaban acalorados sobre el último partido entre América y Nacional, era la final de la copa, discutían como amigos que se pelean sobre el mismo tema toda la vida... me dieron ganas de participar en la conversación, de decirle al muchacho que el otro tenía la razón, que el árbitro se había equivocado... pero había una cosa entre ellos, como si estuvieran metidos en una bóveda invisible... Al final de la calle, se despidieron con un abrazo, corto pero firme. El más viejo le dijo al otro, “Chao, cabeciduro” - “¡Hijo de tigre…!” le respondió el muchacho con un guiño... Se separaron y todavía seguían sonriendo mientras caminaban solos... ese día, en ese segundo, se me despertó la memoria como una bestia que ha estado dormida y ya no me dejó en paz.  El recuerdo me perseguía en las calles, en las clases, en los restaurantes, dormido y despierto ... Quise buscarlo... No es tan difícil encontrar a las personas en estos tiempos. Pero apenas me acerqué un poco, paré. Me dio miedo otra vez Alicia, el mismo miedo de hace 30 años.

(Silencio).

ALICIA ¿Qué averiguaste?

AGUSTÍN Con el nombre, la edad y… todo coincidía… Estaba en la lista de profesores invitados en un conservatorio. En Londres. No sé más.

ALICIA Lo buscaste, lo encontraste, y lo abandonaste. 

AGUSTÍN Sí.

ALICIA Pero nunca se te ocurrió buscarme a mí, escribirme una carta, preguntarme cómo estaba, saber de mi vida, de mi papá, saber si me había recuperado bien...

AGUSTÍN Se me ocurrió un millón de veces. 

ALICIA Está bien, no digas nada. Yo ni me acordaba de ti. 

AGUSTÍN Muchas veces, sin buscarlo, me llegaba tu imagen de repente como una granizada en la mitad del verano, las mesas para dos en las panaderías de barrio, una fila de estudiantes en uniforme... Y ¡claro! te escribí, muchas veces... cartas larguísimas...

ALICIA ¿Qué hiciste con las cartas?

AGUSTÍN Las rompí. Todas y cada una. Siempre me detuvo tu voz preguntándome: “¿para qué tan tarde Agustín?” Y ahí, regresaba de la luna, sin haber siquiera empezado a buscarte…

ALICIA Mejor que no lo hiciste. 

AGUSTÍN Sin embargo, aquí estamos. Sentados en un parque, como cuando teníamos quince años y tu papá nos mandaba vigilar. Sin poder tocarnos y acariciándonos con la risa. Aquí estamos, con la misma incertidumbre.

ALICIA Pero ahora nos vigila un fantasma.

AGUSTÍN Una bestia. (Agustín se mueve un poco, se limpia el sudor de las manos, deja el sobre en el regazo).

ALICIA Hace calor. (Agustín se levanta de la silla). ¿A dónde vas?

AGUSTÍN A la esquina, necesito mover las piernas.

ALICIA ¡No te vayas así! Si te quieres ir, yo entiendo, pero despídete por lo menos. 

AGUSTÍN No me voy mujer. Ven conmigo si quieres, hasta la esquina.

ALICIA Hace demasiado calor para caminar. 

AGUSTÍN Entonces mírame. Voy hasta ese quiosco y vuelvo. Voy caminando con el sobre en la mano, por si acaso. 

ALICIA Por si acaso te lo encuentras tú primero, no te vayas a olvidar que estoy aquí, no sea que se entretengan y se olviden de la mamá. 

AGUSTÍN Nadie se va a olvidar de ti, Alicia, ¿¡qué dices!? Más bien, si el muchacho llega, avísale que ya vuelvo. No dejes que piense que no he venido, o que he llegado tarde. Dile que lo estamos esperando hace rato.

ALICIA No lo voy a regañar apenas llegando, Agustín.

AGUSTÍN Como tú digas. (Agustín se levanta y sale).

ALICIA (Se queda sola, sin perder de vista a Agustín, guarda el sobre entre el bolso. Lo cierra. Se levanta. Duda. Se sienta de nuevo. Saca el sobre, lo deja encima del banco, lo acaricia. Murmulla suavemente: “Señora Santana por qué llora el niño...”  Interrumpe la canción abruptamente. Se desliza hasta el rincón del banco, hace un gesto con la cabeza, como indicándole a alguien que se siente a su lado. Ensaya con un hijo imaginario).

Llegas un poquito tarde (Se corrige). ¡Qué bruta! Tu papá ya regresa. Está ansioso… Estamos.  Muy felices, los dos… Agustín me dijo que eres músico… No, no, no… (Corrigiéndose). Tengo la intuición de que eres músico. Los dedos largos, la mirada inquieta (Se sienta mirando al personaje imaginario de frente). Antes de que empieces, déjame explicarte. Las cosas eran bastante complicadas. Mientras viene Agustín, tu papá, te cuento: ¡mi papá lo detestaba al pobre! y yo tenía pánico de contradecirlo. Antes, uno les tenía miedo a los padres, ahora...! Mientras tu papá viene, ¿quieres caminar un poco? hay cosas que sólo se deben compartir entre madre e hijo. ¿Tienes hambre? ¿No? No debes estar nervioso, todos estamos... ¿Tienes alguna pregunta? ¡¡Menos mal!!... mejor nos vamos conociendo despacito... ¿Quieres contarme algo? (Se sienta, en actitud muy segura). Me puedes decir lo que sea. Confía en mí. En nosotros. (Como si esperara una respuesta del aire, se queda suspendida en sus pensamientos).  ¿Qué carajos quieres de mí, hijo?

(Entra Agustín con tres helados en la mano. Le ofrece uno a Alicia).

AGUSTÍN Para el calor. 

ALICIA (Le recibe el helado y trata de disimular la extraña postura en que Agustín la encuentra). ¿Te comes dos? ¡Con razón la barriga!

AGUSTÍN Uno para el muchacho.  (Señala el espacio vacío que ocupaba el hijo imaginario del ensayo de Alicia). 

ALICIA No me mires así. No podemos parecer un par de idiotas, tenemos que prepararnos. 

AGUSTÍN ¿Y cómo?

ALICIA Va a tener un mar de preguntas.

AGUSTÍN Es normal, está en su derecho.  

ALICIA Hay preguntas que no deben hacerse. Hay respuestas que no existen, explicaciones que nunca serán suficientes.

AGUSTÍN Pero déjalo preguntar, Alicia.  No lo puedes atacar antes de escucharlo. 

ALICIA ¡Que pregunte entonces! Y respondes tú.  A ver, ¿qué le vas a decir cuando lo veas?

AGUSTÍN Hola, hijo...

ALICIA ¡Mal! No le puedes hacer pensar que es una cosa de todos los días. Intenta ser más efusivo, pero sin exagerar.

AGUSTÍN ¡Hijo mío! ¡Cuánto tiempo!

ALICIA No, no, no. No me gusta “Cuánto tiempo” ¡Si ha pasado toda una vida!

AGUSTÍN ¡Hijo mío! Toda una vida ha pasado y tu mamá sigue siendo exactamente la misma niña caprichosa.

ALICIA Y tu papá, buscando pretextos para culparme por todo.

AGUSTÍN Tu mamá no quiere aceptar que fue ella la que tomó esta decisión sola.

ALICIA Porque tu papá se mueve, piensa y habla al ritmo de las tortugas y la vida se me estaba viniendo encima como un vendaval.

AGUSTÍN Pero sabías que yo siempre iba a estar a tu lado.

ALICIA Al lado no era suficiente.

AGUSTÍN ¿Suficiente para quién? ¿Para ti o para tu papá?

ALICIA Tu abuelo fue un hombre ejemplar, fuerte, que me sacó adelante solo, sin mujer, ni familia.

AGUSTÍN Tu abuelo fue un hombre solo, amargado, sin familia.

ALICIA Pregúntale a tu papá dónde estaba el día que naciste.

AGUSTÍN No metas al muchacho en nuestra discusión.

ALICIA No metas a mi papá en nuestra relación.

AGUSTÍN No había necesidad, él se invitaba solo.

ALICIA Me estaba cuidando. Éramos demasiado jóvenes, Agustín.

AGUSTÍN ¿Y qué daño podía hacerte una tortuga joven? 

ALICIA ¡Estar al lado, no es estar presente!  

AGUSTÍN Baja la voz, no hay que pelear delante de los hijos.

(Silencio).

ALICIA Peleados y este muchacho ni siquiera llega.

AGUSTÍN Y se nos derritieron los helados.

ALICIA Demasiada azúcar de todos modos.  

AGUSTÍN Pero eran de limón. Apenas semi-dulces.  

ALICIA Ya no podemos comer como antes.

AGUSTÍN ¿No te dan ganas, a veces, de un algodón de azúcar?

ALICIA Pura anilina... azúcar que se convierte en grasa… ¡cómo nos manchaba las manos, la ropa!... ni me acordaba de ese... saborcito que se derretía en la lengua... tu antídoto para cuando perdías un partido de fútbol, y el mío si me peleaba con mi papá.

AGUSTÍN Siempre nos quitaba la rabia.

ALICIA Sobre todo la tristeza.

AGUSTÍN ¿Qué nos pasó, Alicia?

ALICIA Tú lo dijiste. Nos pasó por encima el tiempo. Hipoglicemia, hipertensión, alto colesterol, calcio insuficiente, sobrepeso... Todo por encima y por debajo de la línea de lo normal.

AGUSTÍN Pero antes no pensábamos en eso. Cuando hablábamos del futuro parábamos a los 30 que era la edad del profe Giraldo, nuestro héroe. 

ALICIA Giraldo era un borracho. ¡Se habrá muerto de cirrosis! Era un alcahuete. Nunca le contó a nadie que las clases de los domingos no se acababan a las seis sino a las cinco.

AGUSTÍN El domingo era el mejor día de la semana. 

ALICIA Hasta que supe que estaba embarazada, y ya no hubo ningún día de la semana que fuera mejor que otro. Los días se estiraron tanto que me vi con 20, 30, 40 años, triste con un hijo más triste que yo y tú reprochándome en silencio... Pensé por primera vez en la palabra injusticia. Desde ese momento, lo que fuera a pasar en la vida de todos, sería injusto. Cualquier decisión que tomara, a cualquier lado que viera, en todas las direcciones en que buscaba, a quien fuera... todos me miraron diferente desde ese día. Yo iba a cometer una injusticia y la vida había sido injusta conmigo. No había salida.

AGUSTÍN Yo no te hubiera reprochado nada.

ALICIA No lo sabes, pero yo sí.  

AGUSTÍN Siempre lo has sabido todo. Escogiste bien tu profesión. 

ALICIA Te equivocas. No escogí muchas cosas después de los 15. Me dejé ir, llevar, caminar sin ver. 

AGUSTÍN No te creo. Así no se puede vivir.

ALICIA ¡Claro que se puede! No es difícil. Cierras los ojos y donde te caiga el índice en la guía de la universidad, ahí te matriculas, ahí esperas una propuesta de matrimonio, te llegan dos hijos a quienes irremediablemente amas, a la casa te llega un formulario de trabajo, y el gobierno te dice a dónde tienes que ir a trabajar, los hijos crecen sin tu ayuda y sin que te des cuenta se van, papá muere con dignidad, sin llamar la atención. Tu marido decide irse, tú lo dejas ir.  Luego un día te llega un sobre blanco en papel barato y una carta con tu pasado adentro, y vienes a un parque y te encuentras con un hombre que te mira igual al muchacho Agustín del colegio. (Alicia llora. Trata de calmarse, se levanta. Agustín la hala del brazo apenas con la fuerza suficiente para hacerla sentar de nuevo, Alicia se recuesta en el pecho de Agustín, él le acaricia el cabello, le besa la cabeza, le susurra una canción al oído).

¡Qué mal cantas, Agustín! (Agustín la arrulla en silencio como a una niña. Ella se separa de él incómodamente, saca el espejito del bolso, se limpia la cara, lo guarda).

AGUSTÍN ¿Viene alguien?

ALICIA Nadie. (Silencio). Ese día... en el hospital, te esperé, y te esperé.  

AGUSTÍN Alicia, te lo expliqué entonces y te lo repito ahora; Si hubiera sabido el momento exacto no me hubiera ido con los del equipo de fútbol. Éramos jóvenes, yo no entendía... no sabía... cuando llegué te habían dado de alta... y ya no había nada por hacer. Tú conoces la historia mejor que yo. 

ALICIA ¿Y hoy? ¿qué podemos hacer hoy? ¿Contarle esa historia insulsa? ¿invitarlo a un helado? Tuvimos una oportunidad y la perdimos.  

AGUSTÍN ¡Nos la quitaron de las manos! Todo este tiempo he sentido que nos robaron, Alicia. Si nos hubieran dejado, aun así de jovencitos... Pero estábamos solos, yo quería pero tu pap…

ALICIA ¡Pero, pero, pero, pero! ¡Ya no más, Agustín! ¿Es esto lo que dices que has estado esperando? ¿A quién contarle el triste motivo de tus frustraciones? ¿A quién echarle la culpa de lo que hicimos y de lo que dejamos por hacer? ¡Me voy! 

AGUSTÍN No puedo esperarlo solo. 

ALICIA No va a venir Agustín.

AGUSTÍN ¡Claro que sí! si buscó hasta encontrarnos, a los dos, se molestó en escribirnos, en ponernos una cita, ¿para qué hacernos venir en vano? 

ALICIA Tú dijiste que hoy en día era fácil encontrar a la gente. De pronto le pasó igual que a ti, sólo tuvo el ánimo del impulso, pero no la fuerza para seguir.

AGUSTÍN ¿Es eso lo que nos pasa a todos?

ALICIA Sí. Y a mí ya se me acabó el ánimo, fuerza nunca he tenido. Además, ya han pasado quince minutos varias veces.

AGUSTÍN ¿Y es que tienes mucho afán para llegar a tu casa?

ALICIA Ya te dije, tengo que preparar una clase para mañana. 

AGUSTÍN ¿Es una clase nueva en la mitad del semestre? 

ALICIA No. No es nueva, pero, tengo que...  revisar el material, la tarea. ¿No deberías hacer igual?

AGUSTÍN Dicto el mismo seminario hace años, le cambio la fecha al curriculum, mezclo el orden de las lecciones y se acabó. 

ALICIA Entonces sabes que se puede vivir casi sin querer...

AGUSTÍN Sé que nada que haga un domingo por la tarde puede afectar la vida de ninguno de mis alumnos el lunes por la mañana. En cambio…

ALICIA ¿Pero qué le vamos a decir, Agustín? Crecimos miedosos, yo no pude conservar mi familia, tú nunca formaste una, somos unos profesores mediocres e infelices, tú estás gordo y yo arrugada. ¡Vámonos de aquí!

AGUSTÍN ¡No puedo! No puedo regresar a casa con la incertidumbre. Pensar que llega, tarde, pero llega, confundido, asustado, deambula por este parque de nadie sin encontrarnos. No podemos irnos así. 

ALICIA ¿Y qué hacemos? ¿Acampar aquí toda la vida?

AGUSTÍN Si es necesario, sí.

ALICIA Pues yo no. Me tendrás que disculpar. 

AGUSTÍN No soy yo quien tiene que disculparte.

ALICIA Voy a dejarle una carta. Si viene, se la entregas por favor.

AGUSTÍN ¿Vas a dejarle una carta?

ALICIA Una nota. Una respuesta a la de él.  ¿Se la entregas cuando llegue?

AGUSTÍN No.

ALICIA ¿Por qué no? Si te vas a quedar aquí para siempre esperando a que llegue un fantasma, nada te cuesta.

AGUSTÍN ¿Y para qué te molestas? Si estás tan segura que no vendrá, no hay necesidad de cartas… 

ALICIA La dejo aquí, sobre el banco. 

AGUSTÍN Como quieras.

ALICIA (Busca entre su bolso). ¿Tienes un...? (Agustín busca entre su camisa y le entrega un lapicero. Ella se sienta a escribir, no se le ocurre nada). ¡Ayúdame! ¿Cómo empiezo?

AGUSTÍN No sé.

ALICIA No seas egoísta. ¿Cómo no vas a saber empezar una carta?

AGUSTÍN Con la fecha.

ALICIA (Escribe). Ya. Y luego... querido... o mejor la escribo como la de él, igual de... concisa, ¿qué crees?

AGUSTÍN Como quieras.

ALICIA Después no te quejes de que tomo decisiones sola, si cuando te pido ayuda me respondes así.

AGUSTÍN Esta es tu decisión, como ha sido todo el resto. 

ALICIA ¿Entonces no me vas a ayudar esta vez tampoco?

AGUSTÍN ¡No me estás pidiendo ayuda esta vez tampoco! Me estás informando que vas a irte y a dejarle una nota al hijo que regalamos y olvidamos, ¿no? Me informaste que estabas embarazada, me dijiste que estabas confundida y me anunciaste que nuestro hijo ya no era nuestro. ¡Ah! y me comunicaste que eso era lo mejor para los dos. ¡Nunca me preguntaste nada! ¿para qué ahora?

ALICIA ¿Tenía que preguntarte? Verte era como mirarme al espejo y reconocer la misma confusión, el mismo miedo encerrado en un grito que nunca iba a salir. No me digas ahora que tenía que haberte preguntado, no me digas que tenías la respuesta correcta durante nueves meses pero que no me la dijiste porque no te pregunté. ¡No hagas que te odie! (Trata de escribir algo).

AGUSTÍN No escribas nada. Vete. Le digo que no viniste.

ALICIA Pero sí vine. Estoy aquí.

AGUSTÍN Vete, vete ya.  Mejor que piense que la carta se perdió, o que te cambiaste de dirección.

ALICIA No me lo puedes prohibir. Sólo te pido que no la tires a la basura. Dile que tuve una emergencia...

AGUSTÍN Corregir las tareas de hijos de otros.

ALICIA Si hubiera puesto una dirección de remitente no te pediría este favor... pero no sabemos nada... Le voy a dejar mi teléfono.

AGUSTÍN Vete. Haz lo que quieras. Vete, de verdad.

ALICIA ¿Y te vas a quedar aquí, para siempre? ¿Como un mendigo?

AGUSTÍN Lo prefiero, en lugar de regresar a casa otra noche más con la melancolía entre los bolsillos. 

ALICIA Agustín, han pasado horas, el muchacho no va a venir. Se arrepintió. 

AGUSTÍN Él no tiene nada de qué arrepentirse. 

ALICIA Lo tendrá cuando nos conozca.  

AGUSTÍN Pero Alicia, ¿cómo puedes pensar así?

ALICIA ¿¡Para qué torturarnos más!? No está aquí y no va a venir. Fue una broma cruel, o un error, o... ¡yo qué sé! No vale la pena quedarse. 

AGUSTÍN Está aquí, nos está buscando y yo lo voy a esperar. (Se levanta de la silla, con el sobre en la mano, lo agita en el aire mientras grita). ¡Agustín! ¡Agustín, tu papá está aquí! ¡¡Agustín, ¿dónde estás?!! ¡Hijo! ¡Agustín!

ALICIA (Observa a Agustín sorprendida. Agustín continúa con decisión y frenesí. Alicia contagiada, se sube al banco, llama). ¡Aaaaaguuuuuustiiiiiin! Mamá está aquí también. ¡Hijoooooo! 

(Agustín toma uno de los sobres, escribe en letra grande, “AGUSTÍN”, lo levanta visible. Alicia toma la hoja de la carta, en el dorso dibuja rápidamente una familia; tres figuras simples con líneas y círculos, escribe “MAMÁ” “PAPÁ”, “AGUSTÍN”, sobre cada uno de los dibujos. Se instala al lado de Agustín con el dibujo levantado, se quedan en esa posición, por un largo rato, siguen llamando, preguntando a gritos hasta que los brazos no aguantan, se sientan en el banco, cansados. Callan por unos segundos).

ALICIA No conseguimos ni una moneda por el espectáculo (Agustín observa el dibujo de Alicia y sonríe). No te burles. En todos estos años no he enseñado nada que valga la pena, a ningún niño. En cambio yo me he ido quedando con sus expresiones más básicas; lloro cada vez más, comparto mis cosas cada vez menos y dibujo con palitos y bolitas. 

AGUSTÍN Querías ser presentadora de un noticiero ¿te acuerdas?

ALICIA Y tú, piloto. 

AGUSTÍN ¿A dónde se irá todo lo que uno sueña?

ALICIA A la basura. 

AGUSTÍN Afortunadamente nuestro muchacho hace lo que quiere. Nadie se hace músico obligado. Se necesita disciplina, pasión, entrega. 

ALICIA Es cierto... y además, si está enseñando en una universidad extranjera, habrá tenido oportunidad de viajar, de conocer, de aprender otros idiomas, de... ¡¡Agustín!! ¡Qué vergüenza! Yo a duras penas me acuerdo de los números en francés y mi inglés todavía suena a ranchera. ¿Y tú?  

AGUSTÍN Me defiendo.

ALICIA A ver... di algo en francés.

AGUSTÍN ¿Qué voy a decir?

ALICIA Di...Bienvenido hijito

AGUSTÍN Welcome kid.

ALICIA ¡En francés!

AGUSTÍN Bienvenu...mon...petit Agustín. ¿Por qué en francés, si trabaja en Londres?

ALICIA El francés es más sofisticado. Sigue. Ahora di... estamos felices de verte, de conocerte.

AGUSTÍN Je... Je.... 

ALICIA ¡Nosotros! No solo tú.

AGUSTÍN Pero déjame terminar la frase.

ALICIA Mejor practiquemos: Estamos orgullosos de ti.

AGUSTÍN “Orgullosos” ... Mira, Alicia, los muchachos tienen que hablar la lengua de sus padres en casa. Se lo decimos en español.

ALICIA Te acuerdas, Agustín, cómo soñábamos con viajar, conocer el mundo entero...

AGUSTÍN Sí... a los quince años a uno le cabe el mundo en la palma de la mano... Cada dedo un continente... ¡Cuando supuestamente eran sólo cinco! ¿Cómo era? El índice para...

ALICIA (Sin escuchar a Agustín). Un bebé recién nacido cabe en la palma de la mano.

(Silencio).

AGUSTÍN ¿Has viajado Alicia?

ALICIA ¿Se vale un crucero por el Caribe? 

AGUSTÍN Se vale.

ALICIA ¿Aunque me haya enfermado y haya pasado la mitad del viaje en el baño? 

AGUSTÍN Todavía se vale.

ALICIA ¿Aunque haya sido la primera y última vez que salí de vacaciones con mi marido y hayamos regresado a casa seguros de que no teníamos nada en común?

AGUSTÍN ¿Fue entonces cuando... cuando... lo dejaste?

ALICIA No. Quince años después. Me dejó él. (Silencio). ¿Y tú?

AGUSTÍN Yo... conozco La Florida. Miami. Básicamente esa zona del sur de Estados Unidos que pueda decir que conozca... lo demás ha sido pasajero....

ALICIA ¿Todo ha sido pasajero, Agustín?

AGUSTÍN Sí, Alicia, todo lo demás...No hay mucho que contar. 

ALICIA ¿Ninguna historia de a…

AGUSTÍN Historietas sin final. 

(Silencio).

ALICIA Mejor no hablemos de viajes con nuestro Agustín. Vamos a parecer un par de ignorantes sin mundo.

AGUSTÍN Bueno, yo he leído mucho sobre historia universal.

ALICIA ¡Qué aburrimiento por Dios! Querrá que le contemos aventuras, cosas divertidas, interesantes, que pueda ir a contarle a su novia después.

AGUSTÍN ¿Tendrá novia?

ALICIA ¡Claro! Alguna estudiante de la universidad... o una fan.

AGUSTÍN Hay que decirle que tenga cuidado, hay mucha muchachita loca por ahí.

ALICIA Y que no se enamore demasiado porque después sufre.

AGUSTÍN Sí. Lo más importante es su carrera. Que se divierta pero que se concentre.

ALICIA Exacto. 

(Silencio).

AGUSTÍN Empezó a bajar el sol.

ALICIA Ya son las cinco. 

AGUSTÍN Las cinco en punto.

ALICIA Se acaba la clase de pintura.

AGUSTÍN Tenemos hasta las 6, para que tu papá no venga a buscarte.

ALICIA Hasta las cinco y cincuenta, por si le da por venir a comprar el pan y la leche justo al frente del colegio.

AGUSTÍN ¿Qué quieres hacer hoy?

ALICIA No sé... ¿tú?

AGUSTÍN ¿Te leo un cuento de misterio?  

ALICIA ¿Otra vez?! El último me hizo tener pesadillas. Mejor vamos a la panadería de don Miguel a tomar chocolate.

AGUSTÍN Con almojábana.

ALICIA Y queso.

AGUSTÍN Pero nos vamos por el caminito de atrás.

ALICIA Sí. Mejor, para que no nos vea nadie.

AGUSTÍN Y después te acompaño hasta la esquina de tu casa. 

ALICIA Bueno. Pero nos regresamos también por el caminito y paramos en la casa abandonada.

AGUSTÍN ¿Y nos da tiempo?

ALICIA Si nos vamos ya, sí.

AGUSTÍN Y en la casa abandonada, ¿qué hacemos?

ALICIA Buscamos el gato que encontramos el otro día y después nos subimos al techo a ver el atardecer.

AGUSTÍN Hay que llevarle comida al gato.

ALICIA Le decimos a don Miguel que nos regale un poquito de leche. 

AGUSTÍN Pongámosle un nombre. Será nuestra mascota.

ALICIA Bueno. Y si me dan ganas me lees el cuento.

AGUSTÍN ¿Tienes mucha hambre? 

ALICIA No, no mucha.

AGUSTÍN ¿Nos vamos derecho para la casa abandonada?

ALICIA Sí. De todos modos la panadería de don Miguel está muy llena a esta hora.

AGUSTÍN Que se llame Cándido.

ALICIA Ese no le sale. Tiene cara de bandido.  ¡Lucifer!

AGUSTÍN Poco original. ¡Alitín!

ALICIA ¿Alitín? 

AGUSTÍN Entre Alicia y Agustín.

ALICIA Parece nombre de pastilla para la gripa... ¡Nube!

AGUSTÍN Sí, es como una nube, gris con manchones blancos... Nube es perfecto.

(Silencio).

ALICIA ¡Se habrá muerto de hambre el pobre Nube!

AGUSTÍN Era un gato callejero, se sabía defender sin nosotros.

ALICIA Lo abandonamos.

AGUSTÍN Tenía la casa entera para él, seguro se daba banquetes con los ratones que cazaba.

ALICIA Lo olvidamos.

AGUSTÍN Al menos le dimos un nombre…

                             

Un hombre de apariencia muy joven aparece entre Agustín y Alicia. Nada en su imagen física es especial o particular. Podría pasar desapercibido en cualquier lugar. 

HIJO Perdón por llegar tarde.

(Pausa).

AGUSTÍN ¿Tarde? No, no es tarde. Está bien. Bien. 

ALICIA (Mira por un largo momento a su hijo. Le ofrece la mano). Mucho gusto. 

HIJO Hola.

(Nadie se mueve). 

HIJO Gracias por esperar.

ALICIA No es nada. Yo estaba segura que vendrías.

AGUSTÍN ¿Qué hora es acaso? No me di cuenta…

ALICIA Igual, es domingo, no tenemos nada que hacer. Como hacía años que tu pa… que

Agustín y yo no nos veíamos, pues aprovechamos para conversar... ¿no, Agustín?

AGUSTÍN Sí, nos entretuvimos. Pero, siéntate. Aquí. O quieres…

ALICIA ¿Aquí? Por qué no vamos a algún lugar, o…

AGUSTÍN ¿O quieres que caminemos? Es un parque lindo. O…

ALICIA O buscamos un cafecito, como tú quieras…

AGUSTÍN Como tú prefieras. 

HIJO Aquí está bien.

ALICIA Perfecto. Aquí.

AGUSTÍN Maravilloso.

(Se sientan. Pausa).

AGUSTÍN Es lindo este parque… 

ALICIA Acabaste de decir eso, Agustín. (Al hijo). ¿Vienes con frecuencia a esta parte de la ciudad?

HIJO No.  No vivo aquí y… 

ALICIA Bueno, seguro eres un chico ocupado…

AGUSTÍN ¿En dónde vives? ¿Muy lejos?

HIJO (Trata de responderles a ambos).  Sí. Un poco, sí. 

AGUSTÍN ¿Por eso llegaste tarde? 

ALICIA ¿Algún vuelo te retrasó? ¿Tuviste que viajar mucho hoy?

HIJO No. Hoy no. Estamos en un hotel desde ayer, está cerca de acá. No los encontraba, el parque es bastante grande…

AGUSTÍN (A Alicia). Te dije que este banco estaba escondido…

ALICIA (A Agustín, interrumpiendo). Tú estabas aquí parado como un poste cuando yo llegué, no es mi…

HIJO (Interrumpe). Tenía tantas ganas de conocerlos que ahora no sé… no sé qué decir.

ALICIA No te preocupes. ¿Por qué no hacemos de cuenta que somos viejos amigos, pero no nos vemos hace tiempo? Así nos actualizamos… sin presión.

AGUSTÍN Eso. Como una reunión del colegio. ¡Aniversario de 30 años! 

ALICIA Bueno, no tanto, hay que poner una fecha más reciente si no, vamos a estar aquí para siempre, ¿no? Vamos a ver...digamos que nos graduamos hace ¿10, 15 años…?

AGUSTÍN Bien. Cuéntanos, Alicia, ¿estás saliendo con alguien más? Después que te divorciaste…

ALICIA ¡Agustín!

HIJO Lo siento. No sabía que se había divorciado. 

ALICIA Hace mucho. No es importante. Por qué no nos cuentas, tú, Agustín. ¿Por qué no te has casado?

HIJO ¿Soltero? ¡No me lo imaginé!

AGUSTÍN (Al hijo). ¿En qué hotel te hospedas?

HIJO En uno pequeño, a pocas cuadras de aquí.  Los dueños son unos amigos de Ariel.

ALICIA ¿Quién es Ariel?  

AGUSTÍN Los hoteles pequeños siempre son más acogedores. Y si es un negocio de familia, mucho mejor.

HIJO (A Agustín). Es cierto. 

ALICIA ¿Dijiste que estabas hospedado con alguien en el hotel? 

HIJO Sí. 

ALICIA ¿Ariel? 

HIJO Sí. Vino a acompañarme. Es que, sinceramente… yo he estado impaciente, nervioso. No sabía qué esperar…

AGUSTÍN ¿Ariel es nombre de mujer?

ALICIA ¡Qué pregunta, Agustín! Por supuesto. Este año tengo una estudiante que se llama así, Ariel. Una ternura de nena. 

HIJO Los dos. Hay hombres y mujeres Ariel.

AGUSTÍN Ah. Perdón. ¡Que alivio! ¡Uno nunca sabe!

HIJO Siempre se me olvida aclarar. Este Ariel es hombre. Es mi… es mi esposo.  

(Pausa).

HIJO Es muy divertido porque Renné es… es su hermana. ¿Ven? Renné es también nombre de hombre y, y la gente siempre asume los sexos opuestos. No sé si fue intencional que les dieran nombres tan neutros… Voy a preguntarle a papá, al papá de Ariel, si fue a propósito…

ALICIA ¿Eres casado?  ¿Casado legalmente con Ariel… Ariel en masculino?

HIJO Sí.

AGUSTÍN Voy a buscar algo para tomar.  

ALICIA ¡No! Vamos los tres, (Al hijo) si tú quieres.

HIJO No. Estoy bien.  

AGUSTÍN Tengo sed. 

(Alicia no deja de mirar a su hijo).  

AGUSTÍN Tengo la garganta seca, necesito un sorbo de agua. Voy a conseguir algo de tomar.

ALICIA Quédate, Agustín.

AGUSTÍN Necesito líquido. Necesito hidratarme. Me estoy muriendo de sed, Alicia.

ALICIA Ya se te pasará. Lo mejor es que te sientes y esperes a que se te quite la sed.

(Agustín se sienta con dificultad al lado de Alicia sin mirar ya más a su hijo. Clava la mirada en un punto fijo. Luego de un silencio incómodo).

HIJO Si ustedes tienen preguntas, yo puedo contestar cualquier cosa… Empezar es difícil, pero…

ALICIA ¡Claro! Tenemos muchas preguntas. ¿Agustín?

AGUSTÍN ¿Necesitas algo? ¿Estás corto de dinero?

HIJO No. No necesito nada. Quería verlos… Mis papás, mis papás adoptivos son americanos y… Quería ver cómo eran ustedes…Ver a quién me parecía.

AGUSTÍN Bien. Si ese era el motivo de nuestra cita, ya nos viste. Y bueno... si necesitas algo más, en el futuro... tienes mi dirección. (Se levanta para irse).

ALICIA Agustín, no tienes prisa.

AGUSTÍN Tengo que preparar las clases de mañana. 

HIJO (Genuinamente interesado). ¿Usted es profesor?

AGUSTÍN Correcto.

ALICIA Yo también. Ya te dije, de niños pequeños, pero muy inteligentes. La que se llama Ariel, en femenino, es de las más inteligentes del grupo.  Tu p... él dicta un seminario de literatura. Parece que esa es la vena de la familia.

HIJO ¿Ah sí?

ALICIA Cuéntanos... de ti. Lo que quieras. Por favor. Agustín, ven. Vamos a conversar. (Agustín se sienta otra vez).

HIJO De mí, a ver...Vivo en un apartamento en un barrio tranquilo. Tenemos un gato. Es gris, gordo y tristón. Parece una nubecita de invierno.  El apartamento tiene una terraza, es pequeña, pero tiene vista al río. ¡Ah! Hice un jardín. Este verano sembré tomillo, albahaca, pimentones, cebolla y yerbabuena, quería sembrar maíz, pero no pude porque hay una ardilla que acaba con todo. Ariel trabaja…  

ALICIA (Interrumpiéndolo). Cuéntanos de tu trabajo.

HIJO Trabajo en un restaurante con especialidad de comida…

ALICIA Es un piano bar, ¿o algo así?

HIJO ¿Piano bar? No. 

AGUSTÍN Pero... enseñas también... ¿no?

HIJO ¿Yo? ¡Nooo! no tengo paciencia para eso. No sé... cuando quiero explicar algo como que confundo más al otro... no. De profe, nada. 

AGUSTÍN (Intentando volver a conectarse). Bueno, la música es algo que no se enseña. Es una pasión, entiendo.

HIJO (Sin entender). Me imagino.

ALICIA ¿Qué tipo de música te gusta?

HIJO No sé... no tengo una música favorita. Pero escucho de todo, sin problema.

AGUSTÍN ¿Música clásica? 

HIJO No. Esa casi no.

ALICIA Agustín, eso está mandado a recoger. Estamos hablando de música contemporánea. ¿Qué instrumento tocas? ¿O cantas?

HIJO ¡Nada! No canto ni en la ducha porque Ariel dice que hago llorar hasta a las toallas y el jabón.

AGUSTÍN ¿Eres compositor?

HIJO No... No me interesa la música en particular. A menos que sea para bailar, ahí ya cambia la cosa. (A Alicia). ¿Usted baila? 

ALICIA (Niega con la cabeza). ¿Te gusta leer? A tu... (Señala con el dedo a Agustín) le encanta leer.

HIJO Honestamente, no leo mucha ficción. Las revistas sobre vinos y nuevos restaurantes que llegan al negocio, para ver la competencia y porque a mis papás les encanta el vino. (Jovial). Me gusta leer el periódico, y escucho podcasts de…

AGUSTÍN (Se levanta). Bueno, un placer.

ALICIA Agustín, no te vayas.

HIJO ¿Se tiene que ir tan pronto?  

ALICIA Agustín se va a quedar un rato, para conversar, juntos. Hoy es domingo, es un día para estar en familia. 

(Agustín no se sienta, pero no se va. Alicia se para junto a él. El hijo observa a Agustín y Alicia, muy juntos el uno del otro, con la mirada confundida y asustada. Se levanta de la silla, hace un gesto exagerado con la mano, despidiéndose de alguien.

ALICIA ¿Quién viene?

HIJO Es Ariel.

ALICIA ¿Está aquí?

AGUSTÍN ¿Va a venir?

HIJO Sólo le estoy avisando que todo está bien, para que se vaya tranquilo. 

ALICIA Todo está perfectamente bien. (Alicia mira a su hijo y le guiña el ojo tratando de parecer amigable).

HIJO Usted tiene los ojos verdes.

ALICIA Déjame ver bien los tuyos. (Lo observa, le toma la barbilla con delicadeza). Verde esmeralda.

AGUSTÍN Algunas cosas son genéticas, otras son culpa de la mala crianza. 

HIJO Mis papás no son muy altos, tienen los ojos negros y el pelo liso. Ellos pensaban que era usted (a Agustín) el de los ojos verdes y que usted (a Alicia) era la que tenía el pelo rizado. Voy a contarles que es todo al revés. Se van a reír.

AGUSTÍN Vamos a ser el chiste de la cena. ¿Para eso nos hiciste venir?

ALICIA ¡Agustín! 

HIJO No, perdón. Tenía curiosidad.

ALICIA ¿Sólo curiosidad?

HIJO Sí, creo que sí. 

AGUSTÍN Por curiosidad uno viaja a Australia o fuma marihuana, pero dudo que buscar a tus padres haya sido simplemente cuestión de saciar la curiosidad. 

HIJO Es difícil de explicar... es... un deseo incomprensible por saber... Pensé que ustedes entenderían eso. Es como... como... si lo persiguiera a uno un monstruo, o una bestia sin cara. De niño duraba horas mirando por la ventana, me imaginaba que cada persona que pasaba era alguno de ustedes... y que venía a visitarme... hasta hace poco, en los centros comerciales me iba detrás de gente que se parecía a mí... por el pelo, o el color de la piel, los ojos… ¡Perseguía a extraños por horas!

ALICIA Si me hubieras visto alguna vez, o a tu p... ¿te hubieras ido detrás de nosotros?

HIJO No sé... No. No creo.  

AGUSTÍN Yo no te hubiera reconocido nunca.

ALICIA Yo sí.

AGUSTÍN No mientas, Alicia.

ALICIA ¡No estoy mintiendo! Mírale los ojos míos, el pelo tuyo, las manos pequeñas de tu mamá, el lunarcito en la oreja de mi papá. (Llora).

HIJO No llore, por favor.

AGUSTÍN En unos segundos se le pasa. Ha sido así desde niña.

ALICIA No hables como si me conocieras.

AGUSTÍN Te conozco.

ALICIA Nadie me conoce, nadie sabe nada de mí.

AGUSTÍN De acuerdo. Nadie te conoce, eres una mujer muy misteriosa. 

ALICIA No soy “misteriosa”, pero no estoy vacía como una muñeca de papel. Tengo secretos, pensamientos, ideas que son solo mías. Soy una mujer… compleja. 

AGUSTÍN Una redundancia. 

ALICIA No te las vengas a dar de maduro y sabelotodo delante del niño, ¿crees que vas a impresionarlo ahora con ese tono tan arrogante? ¿No querías irte hace un momento? ¡Vete! ¿No querías salir corriendo porque es…? ... Pues a mí no me importa, que sea... así.

HIJO ¿Cómo?

AGUSTÍN ¿Ahora no te importa? ¿¡Ahora no te importa nada!? Estás representando el papel perfecto de madre comprensiva para no desilusionar al muchacho, y te sale muy bien, pero yo no te creo.

HIJO ¿Cuál es el problema exactamente?

ALICIA No hay ningún problema. Ninguno.  Tú puedes… eres… puedes explorar, expresarte. Quiero decir, estamos en un país libre de prejuicios, y bueno… si a ti te gusta un hom…Es es una forma de expresión, de amor… ¿Te gustan los Beatles?

HIJO ¿¡Por qué la obsesión con la música?!

AGUSTÍN (A Alicia). ¿Forma de expresión? ¿Desde cuándo hablas como una hippie? Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

ALICIA ¡¿Qué?! ¿Qué cosa? ¿De qué cosa estás hablando? No es una cosa. ¡Es nuestro hijo!

AGUSTÍN No le estoy diciendo cosa al muchacho, no pongas palabras en mi boca.

HIJO ¿Hay un problema con mi preferencia sexual?

AGUSTÍN Una cosa es la preferencia sexual, y otra cosa es la exhibición social de un asunto que debe ser privado…

ALICIA ¡Qué tal el profesor universitario! 

HIJO El matrimonio no es un asunto privado, es un asunto social. 

AGUSTÍN Es un asunto de identidad que ha debido superarse en la adolescencia.

HIJO No hay nada que supe…

ALICIA El único con problemas de identidad eres tú, que no puedes aceptar a nadie diferente a ti mismo. Si el niño quiere ser soldado, o bailarín o astronauta nosotros debemos apoyarlo.

HIJO No soy un niñ…

AGUSTÍN ¡Claro! ¡Déjalo que haga lo que quiera! ¡Si quiere tomar que tome, si quiere usar drogas que use, si quiere quemar la casa que la queme! ¡“Hay que apoyarlo”!

ALICIA Tú eres el que acaba de sugerirle que pruebe la marihuana. ¡Lo estás incitando a una vida de perdición! ¿¡Cómo pedirle que siga ejemplo de sus padres?!

AGUSTÍN ¡Evidentemente eso es lo que ha hecho! Seguro que carga escondido un espejito con labial como la mamá.

ALICIA Mejor eso que andar solo por la vida, anclado al pasado y culpando al resto de la humanidad por las cosas que no se hicieron.

AGUSTÍN Yo no estoy culpando a nadie.

ALICIA ¡Te la has pasado echándole la culpa a mi papá por todo!

AGUSTÍN ¡Y la tiene! Seguramente hasta de la confusión de este muchacho.

HIJO Yo no estoy confundido. ¿Mi abuelo está vivo?

ALICIA No. Mi papá no tuvo culpa de nada.

AGUSTÍN De todo. Fue él quien tomó la decisión de…

ALICIA No. Fui yo. Yo sola. (Al hijo). Tu abuelo me pidió que no lo hiciera. Por más que él detestaba a tu papá, me dijo que tú eras un regalo de la vida, pero yo... Fui yo, Agustín. Yo. 

AGUSTÍN ¿Cómo pudiste mentir así?

ALICIA Todos decimos mentiras, Agustín. Nos inventamos historias para alivianar el peso de la realidad. 

HIJO Eso es verdad. Yo me inventé que ustedes se habían muerto en un accidente de avión cuando era un bebé y que mis papás me habían rescatado en medio de los escombros. (Silencio).

Después me inventé que alguien me había robado del hospital, que mis papás me habían liberado y que ustedes me buscaban por canales de televisión, y ponían mi cara en las cajas de leche y cereal. Esa historia me gustaba más, por eso no me perdía los capítulos de Cristina, a ver si un día preguntaban por mí. (Silencio). 

Hasta que Ariel me convenció de que lo mejor era tratar de encontrarlos porque ustedes nunca me iban a buscar a mí.

ALICIA No, no pienses eso. Agustín, dile.

AGUSTÍN No tengo nada que decir.

ALICIA Tu papá… Agustín, también quiso encontrarte y hasta se inventó su propia historia, en la que eras un músico famoso…

AGUSTÍN Yo no me inventé nada.

HIJO ¿Usted trató de buscarme?

AGUSTÍN Un fracaso.

HIJO Pero, ¿qué pasó?... ¿por qué nunca…?

AGUSTÍN Encontré información equivocada... Hay otro muchacho, de tu misma edad, y parece que también fue… fue adoptado. Pero, era un profesor de música en Londres.

HIJO ¿Londres?  Dicen que llueve todo el tiempo. 

ALICIA ¿No conoces Londres?

HIJO No

ALICIA ¿París?

HIJO No conozco Europa.

ALICIA (Mostrándole los dedos de la mano). ¿África, Asia, Oceanía, La Antártida?

HIJO (Sonriendo como si Alicia le hubiera hecho una broma). No. 

AGUSTÍN Era otro, otro Agustín.

HIJO No creo que me hubiera encontrado por el nombre. Yo no uso “Agustín”. Soy Joseph. Joe.  Sé que Agustín fue el nombre que ustedes eligieron, y mis papás me llamaron Joseph-Agustín… pero nunca me gustó. Prefiero Joe.

AGUSTÍN Hiciste bien. No tienes nada mío. El otro muchacho parecía más… más afín. 

ALICIA Y estamos seguros que somos… ¿somos familia? (Al hijo). No quiero que te desilusiones si te encariñas con nosotros y a lo mejor no somos…

HIJO No los contacté hasta que estuve seguro. Mis papás guardaron todos sus datos para cuando yo quisiera buscarlos, pero me tomó tiempo preguntarles… no quería ofenderlos. ¿Me entiende? 

ALICIA Claro.

AGUSTÍN Ya no importa. Lo otro fue una encantadora confusión.  

HIJO A veces pasa, lo de las confusiones, cuando estaba buscándolos por mi cuenta, encontré otra Alicia... pero había sido modelo... me pareció que usted no podía ser... Me la imaginaba más, así.

ALICIA ¿Así, cómo?

HIJO Más simple. Nada extravagante.

ALICIA Bueno, si me hubieras visto cuando era novia de tu papá... yo era muy... altiva, y bonita. Había gente que pensaba que yo podía ser modelo... ¿Cierto, Agustín?

AGUSTÍN Sí, Alicia. Eras muy bella.

HIJO (A Agustín). Pero a usted me lo imaginé diferente.

AGUSTÍN Nunca he sido extravagante, ni vanidoso, ni demasiado delicado. 

HIJO Pensé que era un poco más delgado, pero sobre todo me lo imaginé menos triste.

AGUSTÍN Tengo mucho estrés ahora. Demasiado trabajo en la universidad. Pero el lunes empiezo el gimnasio. Re-empiezo.  

HIJO ¿Mañana?

AGUSTÍN El siguiente lunes.

ALICIA ¿Por qué no salimos a comer juntos? 

HIJO Tal vez... otro día, no sé

AGUSTÍN Si me estás preguntando a mí, no, gracias. Tengo una agenda ocupada esta semana.

(Silencio muy largo. Los tres miran al suelo sin saber qué decir).

HIJO Ariel no es mi esposo. 

ALICIA ¿Cómo? 

HIJO Quiero decir, no estoy casado todavía.

AGUSTÍN ¿Qué te crees? ¿Que puedes hacernos venir y enfrentarnos con semejantes mentiras por puro divertimiento?  

ALICIA Déjalo que se explique.

HIJO No quiero que piensen mal. No todo es mentira. En parte todo es verdad, quiero decir, Ariel sí es nombre de hombre y de mujer, es mi hermano. Y sí existe una René. Es mi cuñada.  La esposa de Ariel. Es verdad que la gente se confunde por los nombres. Y Ariel sí vino para acompañarme. Es verdad que nos estamos hospedando en el hotel de los amigos de Ariel. No sé porqué dije que él era mi esposo. O mejor dicho, sí sé, pero no lo planeé. Estoy nervioso y se me salió, inconscientemente. Perdón. De verdad, lo siento. Creo que quería ensayar, probar, decir que estaba “casado”. Las palabras encierran tanto… No es fácil. Pero lo dije y comprobé que se siente bien. Estoy listo para… ¡En fin! Necesitaba decírselo a alguien. Tengo que contarles a mis papás… mi mamá va a querer hacer la boda en el restaurante, pero… ni siquiera le he dicho a Ariel que me voy a casar… Ustedes son los primeros que…  Una cosa no tiene que ver con la otra. No creo. O tal vez, todo tiene que ver.  Justo ahora los encuentro, y estoy llegando a los treinta, por fin tengo una relación estable… La verdad es que quería conocerlos. Toda la vida he imaginado que… Lo que pasa es que en este momento hay tantas cosas que parecen importantes, definitorias y… estoy confundido. Lo siento.

AGUSTÍN ¡Tú no estás confundido! Eres un mentiroso patológico. ¿Estás escuchando esta palabrería, Alicia? 

ALICIA Son mentiritas piadosas Agustín, no le hables así. Está nervioso. Casarse no es fácil, tú no sabes, pero yo sí. ¡Te entra terror hasta de bañarte! Vamos a empezar de nuevo, dinos con calma. Sí eres músico, ¿verdad? Tocas piano y das grandes conciertos... Lo del trabajo en el restaurante lo dijiste porque... por tu ataque nervioso, tu confusión, ¿sí?

HIJO No.

(Silencio).

AGUSTÍN ¿cómo te llamas?

HIJO Joe. Joseph Agustín Porter. 

ALICIA ¿Sexo?

HIJO Masculino.

AGUSTÍN ¿Preferencia sexual?

ALICIA Eso no se pregunta.

HIJO Soy gay.

AGUSTÍN ¡No más mentiras!

ALICIA (Al hijo). ¿Qué haces?

HIJO Le ayudo a mis papás en el restaurante. Mis papás son los dueños de un restaurante-bar de comida sostenible y vinos locales.

AGUSTÍN Describe tu trabajo en detalle.

HIJO Soy el tesorero y el Maitre D, en las noches.  Ayudo en el bar cuando falta refuerzo.

AGUSTÍN ¿Fuiste a la universidad?

HIJO Sí.

ALICIA ¿Qué estudiaste? 

HIJO Administración de negocios. 

ALICIA Hobbies.

HIJO Jardinería.

AGUSTÍN ¿Y qué planes tienes para el futuro? ¡No puedes trabajar en un restaurante toda la vida!

HIJO ¿Por qué no? Me gusta el restaurante, y no voy a dejar a mis papás solos con el negocio. Además, en el restaurante conocí a Robin. Robin, en masculino. Él es mi pareja. Estamos comprometidos.

AGUSTÍN ¡ROBIN! ¿Y cuándo aparece la Batichica en tu cuento?! ¡Pero que es esta falta de decoro!

ALICIA ¡Cállate, Agustín! A ver si llegamos a alguna parte. (Al hijo). Ignóralo a él, respóndeme a mí: ¿tienes algún sueño? Aunque parezca inalcanzable... ¿algo que te apasione, que quieras ser cuando seas grande?

HIJO Voy a cumplir treinta años.

ALICIA Pero todavía puedes formar una familia, educarte más, viajar, conocer otras culturas, aprender otros idiomas. Agustín, dile al niño, un hombre a los treinta años es todavía un muchachito, ¿no?

AGUSTÍN Bueno, yo a los treinta… Sí, uno es joven, siempre que se tome el camino correcto… (Alicia lo mira). Mira, muchacho, la vida es corta y debe aprovecharse al máximo.

ALICIA ¿Qué haces en un día común y corriente? Sólo llevando cuentas, atendiendo mesas ... Debes terminar exhausto.

HIJO Bueno, sí acabo cansado, pero...

ALICIA Sin energía para ir a un museo, al cine, al teatro, a un concierto. 

AGUSTÍN O para tomar unas clases de francés, ¡o chino!

HIJO Hablo francés.

AGUSTÍN Yo te puedo a ayudar. Tu vida puede cambiar desde ahora.

ALICIA Podemos organizar un viaje en familia, por toda Europa.

AGUSTÍN Tus problemas van a resolverse. He leído que cuando la figura paterna no es lo suficientemente fuerte, o los padres tienen una relación disfuncional, casos como el tuyo tienen más riesgo de…

HIJO Ese no es mi caso.

ALICIA Lo primordial es que ya nos tienes a los dos, y por fin puedes realizarte como persona. No deberías tener ningún motivo de frustración a tu edad.

HIJO No tengo ninguno.

AGUSTÍN Porque estás joven todavía. Pero verás cómo pasa el tiempo arrastrando todo lo que quieres y dejándote cada vez más solo. 

HIJO Tampoco estoy solo.

ALICIA Y sobre tu amigo, Robin... ¿Robin, de verdad? Puede que sea una relación pasajera…

AGUSTÍN O que estés probando una experiencia diferente en tu vida. A mí nunca me pasó, pero…

ALICIA ¿Pero qué te está aportando?... ¿qué hace Robin?

HIJO Es fisioterapeuta.

ALICIA Bonita ocupación. Puede que yo hasta lo necesite en el futuro, pero no es para ti. Debes estar con alguien con más ambición.

AGUSTÍN Sobre todo ambición intelectual.

ALICIA Alguien que no te corte las alas.

AGUSTÍN Debes pensar que más adelante vas a querer tener hijos, niños corriendo por la casa, llevarlos los domingos a visitar a los abuelos.

ALICIA Bueno, para eso todavía tienes tiempo. Estamos todos bastante jóvenes.

AGUSTÍN Pero es mejor que piense desde ya no sea que le suceda como a otros, que la vida les pasa por el frente y no se dan ni por enterados.

ALICIA ¿Qué piensa tu otra familia sobre tu carrera?

AGUSTÍN Son dueños de un restaurante, eso lo dice todo. El mundo es mucho más grande y emocionante que recibir órdenes de comida y contar botellas de vino.

ALICIA Un restaurante es esclavizante. Necesitas unas vacaciones para que veas el error que estás cometiendo. Puedes pasar una temporada conmigo. La casa está sola, hay mucho espacio, tengo una piscina enorme que nadie usa. 

AGUSTÍN O en mi apartamento, tengo una biblioteca inmensa. Vivo cerca de aquí en una zona universitaria. ¡Te va a encantar! Ellos no pueden obligarte a que sacrifiques tu vida por un restaurante. Es injusto. 

ALICIA Tienes que decirles que te dejen vivir tus sueños, que al final ni siquiera son tus verdaderos padres. 

AGUSTÍN Nosotros somos tus padres.

ALICIA Tú te mereces una familia que te haga feliz. 

HIJO Es lo mismo que usted me escribió en la nota.

AGUSTÍN ¿Qué nota?

(Silencio).

ALICIA Se la amarré a una manita, en el hospital. Me había olvidado de eso.

HIJO Mi mamá me la entregó cuando aprendí a leer. Para que yo supiera que usted tenía un buen corazón. 

AGUSTÍN ¿Qué más decía la nota?

HIJO Eso: “Te mereces una familia que te haga feliz, Alicia”. 

AGUSTÍN ¿No me mencionaste?

ALICIA El niño lleva tu nombre, ¿qué más querías?

AGUSTÍN Por lo menos haberle explicado que yo estaba en un partido de fútbol.

HIJO ¿Por qué?

(Pausa).

Sé que eran muy jóvenes, pero… ¿Hay algo más?

(Pausa).

Es bastante tarde. 

AGUSTÍN Podemos ir a comer... como tu mamá dice, tal vez ir al restaurante de... a tu sitio de trabajo.

HIJO No, gracias.

ALICIA ¿Te da vergüenza salir con tus papás?

HIJO No. Estoy muy orgulloso de ellos.

ALICIA Espera. No te vayas, hijo.  Lo que preguntas es difícil. Nos tomas por sorpresa. Si tuvieras otra pregunta, una más fácil…

HIJO (Lo piensa).  ¿Tengo otros hermanos? ¿Hermanas?

ALICIA ¿Eh? ¿Hermanos? Dos. No quisiera hablar de ellos. Hace tiempo que no me llaman. 

AGUSTÍN No, lo siento… no tuve hijos, más hijos. No.

ALICIA Tu gatito... ¿Es tu mascota ... desde niño?

HIJO (A Alicia). Al gato lo adopté cuando era un bebé.  Lo encontré en la calle. Entre una caja de basura para reciclar. Algún desalmado lo abandonó allí. Yo era un niño, pero supe cuidarlo.

ALICIA A lo mejor la gata se murió en el parto. O no tenía cómo alimentarlo.

AGUSTÍN Ponle un nombre que le dé carácter.

HIJO Se llama Sam. Sam de Samanta y Sam de Samuel. 

ALICIA Tal vez podemos ir de compras, otro día, porque ya está cayendo la noche.

AGUSTÍN Si te gustan los deportes podemos... ver un partido de fútbol juntos.

HIJO No soporto los centros comerciales, y detesto el fútbol.

ALICIA Bueno, escoge tú. El plan que te guste. Empecemos un jardín de vegetales, si quieres.  Yo nunca he sembrado nada, pero nunca es tarde, ¿me enseñas? O, no sé, no se me ocurre otra cosa. ¡Agustín!

AGUSTÍN Dinos. ¿Qué te gustaría hacer?

HIJO ¿Qué tal devolver el tiempo? 

ALICIA Ojalá pudiéramos.

AGUSTÍN Sería maravilloso. Todo sería diferente. Alicia, tú y yo en…

HIJO Apenas una hora. Hoy más temprano es todo lo que pido.  Vuelvo a la esquina del parque donde los estábamos mirando Ariel y yo por horas, estudiamos su ropa y deduje que eran contadores o tal vez vendedores. Ariel imaginó que podrían ser profesores, yo no. Él siempre ha sido el más intuitivo de los dos. ¡Será porque es el mayor! Nos inventamos el tono de sus voces, vimos el helado derretirse bajo el banco sobre el asfalto y si en lugar de lástima, ¡me hubiera dado igual! Me hubiera gustado saciar la curiosidad allí, cuando los vi encaramados en la silla gritando desesperados, y he debido escuchar a Ariel diciéndome que nos fuéramos, que ustedes no se veían de fiar, que ya era suficiente entender por qué soy el más alto de la casa y por qué tengo tendencia a engordar. Ya era suficiente con saber de dónde venían los crespos y el color de piel. Una hora atrás hubiera sido perfecto caminar de vuelta al hotel, tomar un tren, cenar en el restaurante, y reírnos. Reírnos de la barbaridad, de lo absurdos que nos veíamos todos, a metros de distancia, esperándonos y queriendo desaparecer al mismo tiempo. Reírnos de la suerte que tuve, reírnos de no saber más y saber lo suficiente. Pero quise acercarme más. Pensé que una foto de lejos iba a ser todo lo que necesitaba, pero entre más cerca los tenía, más necesitaba escuchar una razón. Un porqué que no sonara a los cuentos de hadas que me contaba mi mamá. Quería un motivo real. Quise una foto de familia, ver qué se sentía posar al lado de alguien que por fin se parecía a mí. Me conmovió su paciencia, su perseverancia, su patetismo. La curiosidad no se calmó sino creció y creció como un globo sofocante. Pensé, ¿qué tan mal puede ir la cosa?   Hace una hora tenía encerrada la pregunta más importante de mi vida. Me hubiera gustado una respuesta.

(Se va).

AGUSTÍN ¿Nos dejas tu teléfono?

ALICIA ¿Te vas así, sin un beso siquiera?

AGUSTÍN ¡Regresa muchacho! ¡Le estás rompiendo el corazón a tu mamá ¿Nos estás escuchando?

(Pausa).

ALICIA Te lo dije Agustín, ¡Los hijos son tan desagradecidos! Uno nunca sabe cómo hablarles.

AGUSTÍN No te preocupes Alicia.  No es nuestra culpa. Al final no lo educamos, se salió de nuestras manos.

ALICIA Tienes razón. Además, ya es un hombre hecho y derecho. Un adulto. ¡Cómo es que no les ha dicho a sus padres que se quiere casar!

AGUSTÍN No se parece tanto a nosotros. Tiene los ojos verdes pero no como los tuyos.

ALICIA Y yo creo que los crespos eran hechos en salón. Esos muchachos así son más vanidosos que las mujeres.

AGUSTÍN Estuvo bien que no le hablaras de tus hijos. Vaya uno a saber si se pone a perseguirlos, o… (Silencio). Aunque se veía como... tranquilo, ¿no te parece?

ALICIA Sí, tranquilo, sí. Hasta parecía, contento. 

(Silencio).

AGUSTÍN Se está yendo todo el mundo. Se ve distinto este parque sin gente.

ALICIA Bueno, es domingo, mañana hay que trabajar. 

AGUSTÍN Otro lunes después de otro domingo. 

ALICIA Será mejor irnos a preparar las clases.

AGUSTÍN Todavía falta para que anochezca.

ALICIA ¡Se fueron hasta los del carrito de helados!

AGUSTÍN Todavía queda un vendedor.

ALICIA ¿Dónde?

AGUSTÍN Allí... el hombre del... ¿quieres? Es empalagoso... pero... antes de que se vaya porque después…

ALICIA ¿Algodón de azúcar, Agustín?

AGUSTÍN ¿Demasiado dulce?

ALICIA Me encantaría.

AGUSTÍN (Se levanta, le hace un gesto al vendedor quien no se percata. Se sienta de nuevo. Se levanta. Se sienta de nuevo). Voy y vuelvo. Regreso enseguida. No te muevas. 

ALICIA Esperemos a que el hombre pase por aquí. No te vayas, Agustín. Esperémoslo juntos. 

En un parque de la ciudad, sentado sobre un banco, Agustín mira al frente sin moverse.  Sus manos vacías descansan sobre el regazo. Muy cerca de él, en el mismo banco, Alicia ya no llora.   

FIN

Biografía
Diana Chery-Ramírez

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Dramaturga, actriz y directora colombiana. Posee un grado de Maestra de Artes Escénicas de la Academia Superior de Artes de Bogotá y Máster of Arts Facultad de Teatro de la Universidad Hunter, CUNY. Algunas  de sus obras incluyen:  Fragmentos de Luz  publicada en Sillas en la Frontera: Mujer, teatro y migraciones (Editorial Universidad de Almería, 2018);  Los garabatos de la luna; A Tale of Wishes, Travelers, and Doodles,  pieza recipiente de una beca del NYC Women's Fund for Media, Music & Theater 2024 y la beca Artist Commission from the New York State Council on the Arts 2023, estrenada en Teatro Círculo de Nueva York en abril, 2024; Aviones de Papel, publicada en Se vende, Se alquila, o se regala: Antología de dramaturgia latina en Nueva York (Editorial Campana, Nueva York 2008) y Colección Teatro Colombiano Vol XIII UDFJC 2008, Premio Mejor Producción Teatral HOLA 2011 a Teatro LaTea y ZeroCompañía; Cuarto de Desahogo, publicada en Dramaturgia colombiana contemporánea Volumen II (Editorial Paso de Gato, México) y Ministerio de Cultura de Colombia 2013, estrenada en Bogotá en noviembre 2024, por Epidemia Teatro.  Partidas, publicada en Cuadernillos de Arte ASAB (Editorial Alcaldía Mayor de Bogotá, Colombia 2000), estrenada en 2005 por la compañía IAITI de Nueva York.  Otros trabajos de narrativa, teatro breve, y ensayos, aparecen publicados en ediciones digitales. Paralelo a su trabajo teatral, Diana enseña español y colabora con diversas organizaciones educativas y teatrales en Nueva York.  Reside con su familia en Nueva York desde el 2001.

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