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Ser y escritor, escritor y ser

Por: Carlos Canales



El último significado de la lluvia, libro póstumo del polifacético escritor dominicano fallecido en Nueva York, José Miguel de la Rosa, es una revelación sorprendente, una iluminación celeste, una mansión que invita, muestra al ser en su esencia vulnerable y conmueve el alma del lector.


El libro fue publicado por Ediciones El Pez Soluble, en la Colección Maremonstrum (2024), a cargo de la edición estuvieron Margarita Drago y Juana M. Ramos, quienes también escribieron la contraportada sugestiva del libro. Margarita Drago escribió el ensayo sustancioso “Papeles de caminante: la mirada de un flâneur neoyorkino en ‘Colección de poemas, notas y textos inéditos de José Miguel de la Rosa’”, una introducción imperativa y explicativa que dilucida procesos creativos y de publicación con la intención de contextualizar el autor en el panorama literario, y persuadir con sumo cuidado al lector del libro que tiene en sus manos.


El último significado de la lluvia tiene un subtítulo significativo: “Colección de poemas, notas y textos inéditos”. Además del ensayo pertinente de la académica y escritora Margarita Drago, el libro se compone de 10 partes que se entrelazan y arman un rompecabezas sobre el tema perenne del escritor con variaciones constantes .


La ciudad de Nueva York es el escenario en que deambula, peregrina y flanea un ser anónimo que recorre todos los ámbitos de la ciudad que nunca duerme, y provoca insomnio a aquellos seres que se perciben en otra dimensión que decidieron vivir en ella. Las razones ses innecesario señalarlas, se sienten extraños, les cuesta adaptarse y se autoperciben alienados.


En este maravilloso y magnífico libro, también titulado ‘Mémoires d'un flâneur’ (no es la memoria convencional a la que estamos acostumbrados), con excepción del fragmento de un cuento que no define el lugar de acción -aunque no se descarta que ocurra en Nueva York- y la breve obra de teatro LA CAMPAÑA DEL DR. KARMÍN -excelente, sugestiva, llena de humor y magia-, la poesía y los textos híbridos fueron creaciones literarias cuyas motivaciones no son sociales per se. El leitmotiv fueron los conflictos del ser que logró que esas composiciones literarias fueran reflexivas. La reflexión es la columna vertebral, es lo que define el libro, lo centra y lo eleva, con su indiscutible calidad literaria. Los escritos, breves y contundentes son reflexivos y universales, no por las lecturas que haya hecho el autor de filósofos existencialistas en su formación universitaria y personal, sino por las vivencias íntimas y cuestionamientos ontológicos que se planteaba en el diario vivir en la ciudad. Una literatura que muestra (no narra) con gran virtud el conflicto del ser que se debate con la soledad y la alienación.


El sujeto lírico que propone José de la Rosa se desprende de los versos logrados y oraciones precisas en la prosa límpida, sin ampulosidades artificiales, sin regodeos lingüísticos. Este se desdobla, se cuestiona ante sí mismo, realiza una introspección avasallante y resquebraja zonas internas, lugares latentes que aguardaban el detonante. Intenta encontrar el sentido de su vida, una existencia afligida por la lluvia y la nieve. Estos referentes climatológicos no son hechos circunstanciales, son elementos intrínsecos que conmocionan y estremecen al ser.


Es posible que sus cuestionamientos existenciales lo persiguieran en la República Dominicana, lo acosaran en la noche y le permitieran el descanso en el día, o le dieran una tregua por un tiempo con un propósito ulterior. Ahora bien, cuando José de la Rosa se marchó de su país, dichos cuestionamientos existenciales lo acompañaron en la travesía, agazapados, disimulando las intenciones y, al tiempo de vivir en Nueva York, despertaron del letargo, lo atacaron con toda la furia salvaje en combinación con una ciudad que arrincona, niega el ser y considera a los seres anónimos.


Los poemas escritos en servilletas (textos urgentes que no podían esperar, porque las palabras en el recorrido podrían irse en estampida hacia donde no se pueden rescatar), como un desahogo ahogado, como un grito desesperado en el medio de una multitud que no le escucha, como clímax dramático en el acto final de un drama que revela el misterio, son de uno o dos versos (escritura en contra del reloj que mueve las manecillas de manera inversa, la síntesis salvadora que impedía que sucumbiera en laberintos irrecuperables). Los poemas manifiestan esas reflexiones trascendentales que no son creaciones de la razón, sino de una exaltación profunda y desgarradora de la existencia.


Se trata de una escritura reflexiva y trágica que expresa el sentir del Otro. Ese Otro es él, visto en la cercanía y en la distancia, tomando perspectiva para escribir lo que le aqueja y lo doblega, lo que ha abierto una escisión horizontal y vertical. Sólo la escritura puede mitigar la angustia incesante, porque de no poder exorcizar con las palabras hubiera dado un paso definitivo hacia el precipicio, como lo revela la poesía de El último significado de la lluvia.


En las páginas sinceras y vibrantes de ‘Mémoires d'un flâneur’, José de la Rosa va más allá de las imágenes poéticas. Nos enfrenta con imágenes dramáticas y cinematográficas, como si nos confrontara con cuadros de hombres presionándose la cabeza en la calle; imágenes que nos abocan a los misterios eternos cuyas respuestas aún no existen. Un museo de interrogantes incisivas que se perciben acechando en la sombra.


La literatura reflexiva de José de la Rosa no es un espejo en el que nos vemos reflejados, no es literatura social, no es un conflicto psicológico ni melodramático, es un universo que redescubrió una mañana de invierno, una tarde de lluvia, o una noche al contemplar una nevada. Es un acto existencial que no quiere encontrarse sin una salida ni caer en la desesperación que lo sumerja en el vacío. En estos textos profundos se revela lo absurdo, lo incomprensible y lo inexplicable de la Vida.


Otro tema perturbador que plantea José de la Rosa es la incomunicación. Las palabras son símbolos, sonidos, pero pueden ser insuficientes para expresar el pensamiento y presentar argumentos que contengan significados y significantes. La literatura se presenta como un acto supremo de comprender, de ubicarse y aferrarse a la vida; como si la palabra fuera el último reducto existencial y el muro de contención. “Vivo, siento, flaneo, agonizo, reflexiono y escribo”.


Todos los textos enjundiosos que componen el libro, incluyendo el anexo -notas periodísticas de un cronista urbano, agudo y con empatía hacia el prójimo y el ciudadano que se debate en lo social- nos muestran que José de la Rosa es un poeta innato. La palabra rige su vida; su lenguaje sencillo, aparente, no es vacuo; no es una invención intelectual o una elucubración onanista, sino que ser y escritor, escritor y ser se conjugan inseparables y crean una literatura que cala hondo. Asimismo, los lectores sentirán cómo trasciende la poesía en las manos de un poeta que plasmó con palabras emergentes, a riesgo de sucumbir en la nada y como presagio de lo inevitable, la agonía luctuosa de vivir.


Las editoras, que han transitado en el borde de la finitud, extendieron sus manos compasivas y solidarias. Lo rescataron de la penumbra de la portada, lo liberaron de ese flanear en otra dimensión donde no encontraba sosiego. Lo rescataron del inframundo que merodeó Orfeo. Lo han eternizado, como un acto inconmensurable de justicia poética, imprimiendo un libro imprescindible, impactante y valioso. Un texto que fluye vertiginoso, sin contratiempo ni fisura, que brilla por luz propia como las estrellas, que el tiempo, con todas sus embestidas injustas, perversas y macabras, no podrá almacenar en el reino del olvido.


Carlos Canales

Norwich, CT, USA, 23 de marzo de 2025



Carlos Canales (Puerto Rico, 1955). Dramaturgo, narrador y educador. Graduado de la Universidad de Puerto Rico en Ciencias Políticas, Drama y Educación. Obtuvo el grado de maestría en español en University of Connecticut. Ha estrenado más de 40 obras de teatro. Ha publicado más de 20 obras.Ha publicado dos libros de cuentos y una novela. Ha recibido premios por su labor literaria y educativa. Sus obras se han representado en Argentina, México, España, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, Costa Rica, República Dominicana y Perú. Algunas obras son texto en universidades europeas, norteamericanas y latinoamericanas.


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