Hoy, en nuestra sección "Platicando con...", nos complace enormemente presentar a la escritora y fotógrafa colombiana Margarita Mejía. Pasen a leer, amigas y amigos.
Foto: Tom Haines
La persona, no la biografía
Querida Juana, gracias por tu invitación a EntreTmas. Me preguntaste quién soy y pediste además que hiciera una reflexión personal antes de definirme desde la profesión. Pensé, ¡Soy tantas cosas! Me refiero a los roles distintos que asumimos en la vida, que con el paso de los años se transforman. Escribí una lista. Soy mujer y madre; soy escritora, fotógrafa y profesora; soy hija, soy amiga, nieta, hermana, sobrina, tía; soy lectora, viajera, bailarina, caminante, cocinera, amante y amada, entre muchas otras. ¿De cuál de ellas hablar? Me encanta ver películas con mi hija Violeta, y cuando se acerca buscando un abrazo, porque cada día se vuelve una mujer más independiente que pronto volará con sus propias alas.
Le mostré a ella la lista que escribí. Después de leerla me dijo que no le gustaba. Tu lista es floja, mamá. Se quedó pensando un momento y siguió. No te representa. Tú eres una mujer con energía y carácter, con intereses simultáneos. Eres arriesgada, independiente, aprendes de los errores. Además, eres divertida, si te gusta una canción paras lo que estés haciendo para bailar, en la calle o donde sea. Eres reflexiva, impaciente a veces y contradictoria. Eres tierna y eres inquisitiva, te gusta debatir y dar tu opinión. Por eso me parece que tu lista es difusa, tú eres una mujer con ideas claras. Me sorprendí al escuchar por primera vez su opinión sobre mí, y me vi a mí misma siendo la madre que soy para ella.
Entonces, cambié mi definición y decidí hablar un poco sobre mi rol de mamá y mi relación con Violeta. Me considero una persona curiosa, con una mente despierta y un espíritu inquieto, que ha tenido la fortuna y la determinación de llevar a cabo sus proyectos adelante. Soy alegre, enamorada de la vida, y en extremo sensible. La crianza me ha hecho crecer como persona, mi hija me enseña cada día. A veces me reta y me la pone difícil, especialmente ahora en su adolescencia, pero su presencia en mi vida es una bendición. Ella expresa sus puntos de vista con libertad y lo ha hecho desde niña. Una de las primeras cosas que aprendió de bebé fue a decir que no. En ocasiones, familiares o amigos se acercaban pidiendo un besito, o un saludo y ella, aún en brazos, decía que no. La gente se reía, o se disgustaba. Tú puedes decir que no cuando quieras, yo le afirmaba. Y hasta ahora pienso que ella adquirió el poder del no; con el cual decide lo que quiere sin hacer concesiones ridículas, sin temor a quedar mal, y siendo honesta con ella misma.
Intento hacerla partícipe de mis retos, de mis dolores, de mis sueños y mis decisiones. Quizá por eso ella también es sincera al contarme sus cosas y sabe que su palabra importa. Algunas veces me dice, esto no te va a gustar, mamá, pero… Y aunque me confronta, comprendo y aliento su proceso de individuación. Violeta sabe que puede ser y expresarse de la manera en la que mejor lo considere. Tanto su padre como yo respetamos sus elecciones y su criterio. Ella mantiene una relación estrecha y nutrida con su papá, el escritor Antonio García, con quien (en algún momento después del divorcio), limamos asperezas para llevarnos mejor, justamente con la conciencia de que seríamos padres de Violeta toda la vida. Ser madre es un regalo para mí, un espacio de aprendizaje y una motivación. Parte de mi crecimiento como artista ha sido el saber que sí es posible ser mamá y mantener una vida creativa; comprender que ambas cosas no se contradicen, por el contrario, se complementan porque se nutren y son fuente de amor.
Trabajo poético actual y proyectos creativos
En Colombia trabajé como fotógrafa editorial y profesora por más de quince años, participando en diversos proyectos y exhibiciones. Al mismo tiempo escribía poesía, hacía parte de colectivos en la ciudad de Bogotá y leía en público en recitales poéticos. La poesía ha sido mi aliento vital, mi raíz interna y está presente en todas mis creaciones. Hace siete años llegué a El Paso, becada por la Universidad de Texas para hacer una Maestría en Escritura Creativa. Como vengo del trópico y del verde, el desierto y la frontera han influenciado mi escritura y mi trabajo creativo reciente. Mi poesía actual habla de las raíces y las relaciones familiares. Sigue siendo autorreflexiva y confesional. Hablo desde los sentires y experiencias que atraviesa el cuerpo femenino, también de la necesidad de recuperar el legado de nuestras madres y nuestros antepasados.
Mi vida en El Paso me transformó como ser humano porque dejé atrás mi mundo seguro para volver a ser estudiante siendo ya una adulta formada, lo que movió mis estructuras mentales y existenciales. A esta ciudad le debo una vida universitaria multicultural, y una mayor conciencia social, derivada de la presencia de los migrantes que cruzan la frontera arriesgando sus vidas, y de la manera de vivir entre dos mundos que es una característica particular aquí. Por ejemplo, los niños y jóvenes mexicanos cruzan la frontera en las mañanas para asistir a las escuelas y universidades americanas, y lo hacen de vuelta en la tarde porque viven en Ciudad Juárez. Cruzar la frontera toma tiempo, pueden ser hasta dos horas de espera. Muchos trabajadores mexicanos lo hacen a diario, viven su horario laboral en El Paso y regresan a casa al anochecer, como la mayoría de mis estudiantes. Todos ellos me parecen admirables. La interacción cotidiana con una comunidad de personas nobles, valiosas, y orgullosas de sus raíces me ha aportado una sensibilidad distinta, más compasiva. He aprendido de su lengua bilingüe, de su música y su carácter. La gente aquí en la frontera es recia, solidaria, con una gran dulzura en el habla y en el corazón.
Tanto en Colombia como en Estados Unidos he desarrollado mi talento creativo en tres vías: la escritura poética, la creación fotográfica y la docencia. Intento producir obra y a la vez enseñar. En Colombia fui profesora en la Universidad Externado durante nueve años y actualmente trabajo en el Community College en El Paso. Enseñar es una bella manera de compartir con otros lo aprendido, pero también es aprender de los estudiantes. Son ellos mis maestros desde sus saberes, cultura e identidad. Valoro profundamente las experiencias ajenas, y el conocimiento empírico de todas las personas. Me suele pasar que la gente me habla en la calle, y me gusta escuchar sus historias. Los taxistas se confiesan conmigo en un viaje, las señoras en una tienda. Hablo con todo tipo de personas y guardo amistades diversas. Mi interés en la gente es genuino, intento comprender el punto de vista de los otros y aprender de ellos.
Actualmente estoy trabajando en dos libros nuevos, uno de prosa poética y otro combinando géneros. Además, empecé una nueva maestría en educación con énfasis en equidad, diversidad y justicia social, con la idea de trabajar mejor con la comunidad. El arte tiene mucho para aportar en ese sentido. Me interesa establecer puentes creativos con proyectos que puedan llevarse a cabo en Colombia y aquí en Estados Unidos.
Poema
TRES DESEOS
Las baldosas rojas eran frías
el lugar siempre fresco de la casa
me acostaba en ellas a pensar en nada
boca abajo
a mirar el reflejo distorsionado de mi cara
A imaginar que el pelo me crecía
que mi madre milagrosamente
dejaba de cortarlo una vez al mes
y así no me confundían en la calle
No soy un niño señor
mire
tengo aretes
Los brazos abiertos sobre las baldosas
sonreía
¿Cómo me veré con el pelo hasta los hombros?
movía el imaginario pelo
sentía su textura invisible
Se me ocurría
la visita de un genio
podía pedir tres deseos
El primero que el pelo me creciera
El segundo tener una cámara de fotos
para captar las flores de estambres
con sus pistilos de miel
y las sombras de los postes
en los bloques de la esquina
¿Y el tercero?
El tercero era una trampa
decía al genio
mi último deseo es que para siempre
cada vez que pida algo con todas mis fuerzas
se me cumpla
A los trece me llamó mi madre
para el corte mensual
la miré a los ojos
no me cortaría el pelo nunca más
ella tijeras en mano desafiante
afirmó que tendría una choza en la cabeza
pero no logró convencerme
Pasaron los años
mi pelo creció salvaje
me convertí en fotógrafa
y adquirí la costumbre de ser cautelosa
antes de pedir algo con todas mis fuerzas.
De Humilde como un reino
(Editorial Lector Disléxico, 2024)
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