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Platicando con...

EntreTmas Revista Digital hoy tiene el enorme placer de cerrar este año 2023 presentándoles a nuestros lectores y lectoras a la poeta periodista, editora y gestora cultural colombiana Yirama Castaño.




Soy poeta, periodista, editora y gestora cultural. Sin embargo, ahora después de muchos años de lectura, escritura y travesía, puedo decir, sencillamente, que soy una mujer de aquí, nacida en un pequeño pueblo de Colombia, llamado Socorro, en el departamento de Santander. Cruzada en raíz por la provincia y por el Río Magdalena, río del país amigo, que en su curso medio y en su orilla oriental, toca el puerto de Barrancabermeja, tierra materna y corajuda, cuna del pueblo indígena de los Yariguies; ese mismo cuerpo de río, ancho, que transita hasta encontrar las bocas de ceniza, y se vierte pleno en el mar Caribe, bailarín de carnaval y bullerengue, fluído vital en las venas de mi padre y en las mías.


Andariega de bosques, selvas y montañas; lectora de paisajes y miradas hondas; exploradora de todos aquellos territorios de la memoria y promotora de los círculos de escritura que han tejido las manos y las voces de mujeres. En otras palabras, soy una poeta emergente, creyente firme de los procesos colectivos, de la urdimbre como factor de resistencia y del siempre necesario ritual de fuego, que enciende la poesía.


En mi profesión como periodista, me formé como reportera y cronista. A través de ella tuve la oportunidad de ser testigo y ejercer este oficio en una de las épocas más convulsionadas, turbulentas y violentas de la historia de mi país, con historias y sucesos que pienso han permeado toda mi poética.


Al momento, he publicado los poemarios Naufragio de Luna, Jardín de sombras, El sueño de la Otra, Memoria de Aprendiz, la Antología Malabar en el Abismo y En los labios de la noche,  poesía reunida (1990-2022), que salió el año pasado en Barcelona, en la colección mínima, de Animal sospechoso editor.


Creo que mi trabajo poético está signado por el silencio. Sucede, como en la naturaleza, que las palabras necesitan caer de su árbol para que sus células actúen, para que la luz vuelva a tocar hojas nuevas y la herida que dejó al ser cortada, no quede abierta. Ser tan amiga del silencio, tarde o temprano, te lleva a asumir de manera honesta que hay ruidos que perturban, y que para recuperar un poco de tranquilidad nada es mejor que volver a la palabra, a su sonido, a su ritmo, a su revés. En un mundo como el que he vivido, hay un motivo poderoso para escribir: atar los hilos sueltos, honrar la memoria. Memoria como presencia viva, memoria vientre al que vuelven todas las cosas, naturales, minerales, vegetales, animales y humanas. Ejerzo la poesía como un trabajo de conciencia, un ejercicio de reflexión delicado, profundo, sutil y contundente.


En cuanto a la gestión cultural, sin duda, mis lecturas de la realidad y de la sociedad me han conducido a querer compartir mis descubrimientos con todos aquellos que lo reciban, a través de proyectos culturales y artísticos, entre los que cito la Fundación Común Presencia y su revista; el diseño e implementación de la Audioteca de Poesía María Mercedes Carranza de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano; y la participación en el Comité Editorial del Encuentro de Mujeres Poetas de Cereté, Córdoba, que en 2023 celebró sus 30 años de existencia.

 

He dedicado todos estos años a leer, escuchar, divulgar y compartir el trabajo de las mujeres que escriben poesía en Colombia y el mundo; así como de aquellas voces diversas que emergen de la provincia y de las regiones que por diferentes circunstancias quedan al margen de los grandes centros urbanos y literarios.

 

Recogiendo todo este trabajo y con la convicción de que, para enfrentar este sistema y los horrores de la guerra, debemos hacer de nuestra escritura un acto comunitario, junto a la poeta argentina Romina Funes, creamos el trayecto Leer Encasa. A través de él, hemos iniciado un viaje por ciudades, pueblos y veredas, que tiene como objetivo llevar la poesía a las casas, reunir a los vecinos, convocar a los poetas regionales y darles voz a las ánimas inéditas. Sabemos del interés de muchos por la poesía, pero somos conscientes de esa sensación de lejanía por los recintos a los que las comunidades no se sienten invitadas. Vemos en la casa un espacio poético y político que puede convocar a la comunidad, sensibilizar, conmover y despertar el noble espíritu de la poesía, en contraposición a ese espacio doméstico, al que por mucho tiempo estuvo asociada no sola la casa sino la identidad de las mujeres.

 

La experiencia nos ha llevado a constatar que una casa abre las puertas de la otra, que en cada viaje y encuentro escuchamos voces nuevas y recogemos libros que podemos hacer conocer en la siguiente;  y que la avidez por la poesía es un latido que contagia.

 

 

 Poema


Balada de una noche

que se acerca al día 

 

He de morir de pie

          junto a mi tumba.

Con la mirada hacia la tierra

          y el largo pelo

          jalando hacia arriba.

He de morir por ataque a mis extremos.

De muerte pronta,

          pero con tiempo suficiente

          para repasar el tono de mis días.

He de morir alcanzada por la noche.

          Susurrada apenas,

                   abierta al bosque

y con esa única palabra

                             pendiente

          entre los labios.

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