En esta ocasión EntreTmas Revista Digital se complace en acercarlos al narrador chileno Esteban Escalona Caba.
Ante todo soy un creador de historias y personajes. Soy un pequeño dios de barrio y otras veces un ángel pandillero. Me gusta crear, siempre he sido así, en la vida cotidiana, seguir el camino ya hecho me aburre. Y eso lo reflejo en mi literatura, donde voy descubriendo la historia, sus personajes, a medida que escribo. Soy padre de una hermosa niña, encantadora, curiosa y muy, pero muy creativa. Me gusta la belleza de las cosas simples y disfruto intensamente de ellas. Soy un escritor latinoamericano, sensible hasta las lágrimas y otras veces estoico araucano. Me gusta el Pad Thai o un Lomo Salteado, un falafel de food truck, también un buen asado junto a un vino rojo. Cuando viajo, siempre voy a preferir el asiento junto a la ventana.
Soy un escritor urbano que ha buscado crear nuevas formas de contar y describir la ciudad a través del rescate de lugares y personajes invisibilizados. Fantasía, ironía y realismo mágico se mezclan para crear historias de esta ciudad, a través del cuento, crónica y novela, que hablan sobre Nueva York y la vulnerabilidad que se vive en las grandes ciudades. Por ejemplo, la única crónica que he escrito sobre un puente de New York es sobre el Verrazzano que, a pesar de su grandeza y majestuosidad, es desconocido para muchos neoyorquinos y la mayoría de los turistas. El rescate de mi memoria es también muy importante en mi trabajo, ya que se ha convertido en una forma de crear un lazo con esta ciudad y mi experiencia de inmigrante. Con todo esto, busco crear en mis lectores la curiosidad por volver a mirar la ciudad, jugar con ella, pero con fantasía y, por qué no, con la picardía del latinoamericano.
Este año ha sido uno de terminar proyectos. Mi libro de crónicas literarias, “Tal Vez Manhattan”, saldrá publicado (edición bilingüe) en diciembre por la editorial neoyorquina Five Points Publishing. Este es un proyecto que llevo trabajando desde hace cuatro años y que describe una ciudad literaria, fantasiosa, muy personal, siempre buscando visibilizar esos lugares a veces olvidados por los neoyorquinos.
También estoy en el proceso de revisión del borrador de mi primera novela, “Deliriouscity”, una historia bastante extravagante donde nuevamente juego con la fantasía con Nueva York. Espero publicarla durante el 2024. Respecto al cuento, sigo trabajando en mi libro sobre New York, el cual ya tiene un importante grado de avance, creo que con cuatro historias más estará listo. Además, estoy trabajando en un proyecto de investigación sobre New York, que siempre va en la línea de rescatar la memoria de esta ciudad y su relación con los latinoamericanos, pero aún es muy temprano para hablar sobre eso.
FRAGMENTO DE MI OBRA.
Mi nombre Starbucks
...Según mi historia familiar, yo debí llamarme Pedro, como mi padre, su padre y el padre de su padre. Pero mi abuela materna, admiradora de un actor de telenovelas, decidió que mi nombre tenía que ser Esteban, rompiendo, afortunadamente, con mi destino. Creo que en mi vida he conocido a dos o tres Esteban (uno de ellos en Manhattan) y eso me agrada.
Pero resulta que, en New York, he dejado de ser Esteban.
La entonación es distinta, lo pronuncian Estebán, acentuando toscamente la letra “a”. Siento que un tercio de mi nombre ya no me representa. Pero cuando mi nombre en New York se lleva al terreno de lo escrito, y esa aberración gráfica se verbaliza, deja de ser completamente mío y se fertilizan abundantes personalidades que debo aceptar como propias. Es algo nuevo, es un problema de identidad que comencé a vivir en el Starbucks que está entre la Diecisiete y Primera Avenida de Manhattan…
Verrazzano Narrows Bridge
…El ferry comenzó su marcha y de golpe entró una brisa que se me vino encima llevándose mi ansiedad hasta la popa. Primero apareció el veterano Brooklyn Bridge. Luego el ferry dio un giro esquivando Governors Island y apareció Brooklyn. La terminal marina de South Brooklyn. Sus viejas bodegas transformadas en departamentos con vista a la bahía de New York donde descansan los tugboats, siempre atentos, estirando sus cuellos de dinosaurios marinos. Otro tugboat, apareció lento, arrastrando su pesada carga de escarabajo estercolero mientras unas extrañas jirafas llegaban a la orilla de la bahía para refrescarse. Una curiosa gaviota, que volaba junto al ferry, agarró al vuelo un trozo de pizza que un turista le había lanzado y elevó su vuelo para seguir mendigando al otro lado del ferry. Luego de unos quince minutos de viaje, de lectura, de evasión, una chica gritó ¡look at this!, y metió su mirada en el horizonte, hacia el estrecho de Narrows. Su entusiasmo despabiló mi pereza y caminé hacia la baranda para sorprenderme ante la vista de dos gigantescos rascacielos marinos que desafiaban el Atlántico…
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