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 Carmen Mojica:
Memoria presente ~ imagen ausente

                                                                                           Por: Jacqueline Herranz Brooks

Carmen Mojica Martínez, nacida en 1956 en Vega Alta, Puerto Rico, es una fotógrafa cuya carrera abarca más de 40 años. Aunque nació en la isla y porque sus padres se la llevaron a Nueva York siendo apenas una bebé, creció en El Barrio, en Manhattan. En este epicentro de la comunidad puertorriqueña es donde comienza a formar sus primeros recuerdos visuales que me describe vívidamente mientras hablamos por teléfono. “No tengo fotografías de nada, pero me recuerdo yendo con mi madre a la marqueta los fines de semana, veo los pisos mojados llenos de paja para evitar que nos cayéramos”. Pongo a Carmen en speaker y anoto lo que me dice. Aunque en su familia nunca hubo fotografías de esos primeros años, sí conserva imágenes, olores y escenas cotidianas que marcaron su niñez, como los paseos con su madre al mercado de La Marqueta, un espacio emblemático para los latinos de la zona en Nueva York.

Carmen insiste en que no tuvo un álbum de recuerdos familiar que la conectara visualmente con su pasado, lo que le generó, reflexiona ahora, una sensación de pérdida. Esta ausencia de imágenes se convirtió en un motor para su obra. A través de la fotografía y desde un inicio, Mojica buscó reconstruir y documentar esos fragmentos de su existencia y de la historia colectiva de su familia. En sus palabras: “Yo consideraba que la cámara era mi pasión, pero lo que más me fascinaba era documentar a los míos. No tenía una intención estética ni estaba pensando en el arte contemporáneo, pensaba más bien que tendría una evidencia”. Para Carmen, la fotografía no solo ha sido una manera de ver el mundo; en sus manos la cámara fotográfica se transforma en una herramienta de memoria y pertenencia.

En 1976, ya siendo madre, Carmen regresa a Puerto Rico por segunda vez. Aunque la primera vez, a los doce años, fue importante ya que conoció a sus abuelos paternos, es en esta segunda ocasión cuando captura una de sus imágenes más emblemáticas, Felipón el campesino. Una fotografía de su hijo Félix a los tres años que, según me explica Carmen, marca un hito dentro de su archivo personal. Esta es la foto de la que todas y todos hablan en su familia y también refleja la vida rural y la conexión con la tierra, un tema que recorrería varias de las exploraciones fotográficas posteriores. El trabajo fotográfico de Carmen Mojica se distingue por un enfoque en la documentación de lo cotidiano, particularmente en su entorno familiar ya que desde el principio decide que, para ella, el acto de fotografiar es un acto de preservación. Su estilo es un híbrido que roba elementos de lo documental y lo vernáculo. En ambos modos fotográficos el registro visual de la cotidianidad es una evidencia tangible de la existencia de quienes, de otro modo, podrían quedar al margen de los relatos históricos tradicionales o de las construcciones históricas visuales oficiales.

Carmen llegó a este medio casi por accidente, tomó sus primeras fotografías con una cámara prestada, que nunca devolvió. Se la pidió al hermano de su pareja, que acababa de regresar de la guerra de Vietnam donde había ido a luchar y de donde había traído una cámara Pentax. Ese gesto impulsivo marcó el inicio de una carrera en la que la pasión por la lente prevalece por encima de la estética formal o las normas académicas.

Carmen comenzó a estudiar en el Bronx Community College, adonde había llegado con su cámara. Y se conectó con varios estudiantes latinos que estaban haciendo fotografía. Así se reafirma en la idea del medio fotográfico como una forma de expresión personal que le permitiría registrar el mundo que la circundaba. La ausencia de imágenes de su niñez se materializa en muchas series fotográficas donde sus sujetos son fundamentalmente mujeres y niñes. Dentro de esta producción destacan sus autorretratos donde Carmen construye la persona de una fotógrafa cómoda con la tecnología de su medio.  

Durante su tiempo en Nueva York, mientras criaba a sus hijos y trabajaba, se dedicó a documentar desde las escenas del día a día en El Bronx y su panorama desierto de edificios quemados, hasta los grandes eventos musicales del Jazz latino en los conciertos del Carnegie Hall. Su archivo incluye fotografías de figuras como Celia Cruz y Tito Puente, tomadas desde el trascenio, donde entraba como parte del equipo de prensa pues se estaba dando a conocer a través de su trabajo. El viaje de Carmen por la fotografía ha estado marcado por la migración, la nostalgia y la búsqueda de su identidad. Tras vivir muchos años en Nueva York, en 1992 Carmen regresó a Puerto Rico donde ha continuado con su labor fotográfica.

Al querer trabajar con la conservación de sus archivos, para organizar sus charlas y editar sus libros, Carmen se encuentra con que su documentación está desapareciendo bajo las manchas de humedad y la proliferación del hongo. “Las notas que tomé en el borde de las diapositivas están ilegibles”, me cuenta Carmen con un cambio en el tono de la voz. “Se me han dañado muchísimos de mis negativos”. En estos momentos a su labor incansable, Carmen ha agregado la de proteger su archivo del deterioro. Comprende la importancia del material que tiene entre las manos y se duele de la falta de tiempo para luchar contra el tiempo. La conciencia del propósito de su creación transforma la fotografía vernácula en una práctica de producción de un espacio de afirmación. En este sentido, los álbumes familiares, a menudo considerados como objetos privados, pueden leerse como dispositivos culturales que articulan historias personales dentro de marcos sociopolíticos más amplios.

Biografía 

Carmen Mojica Martínez

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(Vega Alta, 1956). Es fotógrafa con más de 40 años de trayectoria. Su obra, que abarca la fotografía socio-documental y la vida cotidiana, y su trabajo como organizadora ha sido clave en la promoción de las artes visuales en Puerto Rico y el Caribe. Estudió fotografía en Nueva York, bajo la tutela de Frank Gimpaya, Ruth Orkin y Gordon Parks, y con posterioridad tomó talleres con artistas de la fotografía documental como la fotorreportera Donna Ferrato. Desde 1998, de regreso en Puerto Rico, ha organizado exposiciones que destacan el trabajo de mujeres artistas, como Mujeres, Distintas Formas, Distintos Medios. En 2003, comenzó a trabajar en la creación de un Museo de la Mujer en Puerto Rico. Su obra ha sido expuesta en diferentes instituciones como el Museo del Barrio y el Museo de Arte de Puerto Rico.

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